viernes, 31 de mayo de 2013

Sobre Felisberto Hernández



Y le vuelvo a insistir a Gonzalo Delgado, amigo uruguayo, ¿pero cómo es Felisberto Hernández para los uruguayos? ¿qué lugar ocupa? ¿como qué escritor para nosotros? ¿está en los textos escolares? y nada, no me dice, piensa, piensa y dice no sé. Es que la particularidad de este escritor no admite comparaciones, es evidente y por lo visto no tenemos uno así pero porque no hay en el mundo uno equiparable. Ya lo dijo Italo Calvino al prologar una compilación de sus obras en italiano, con otras palabras: no se parece a nadie de allá, ni a nadie de acá y cuando lo abordamos es inconfundible. También dice que es un "francotirador". Me gusta esta foto porque se lo ve al lado de un afiche de uno de sus conciertos -también era pianista- en Buenos Aires. Fue un hombre de la primera mitad del siglo 20, nació en 1902 y murió en el 64.  De muy jovencito empezó a trabajar haciendo la musicalización en vivo de cine mudo. También fue compositor y daba conciertos tanto en Uruguay como en Argentina. Iba por el interior de gira y a partir de ese estado de suspensión que son los tiempos entre concierto y concierto, en hoteles, pensiones, bares, invitaciones a comer a casa, escribió sus novelas y cuentos que relevan los elementos altisonantes de estas experiencias en una especie de estado alucinatorio donde se quiebra la lógica de la realidad y lo extraño, lo absurdo, lo inquietante se manifiestan. Tuvo seis matrimonios, uno de ellos con una espía rusa!, y sobre esta cuestión de su vida amorosa se han escrito un par de libros, uno de ellos por una de sus amigas íntimas Paulina Medeiros, y sobre el asunto de la espía, escribió Alicia Dujovne Ortiz. Hay ahora una edición de la editorial Eterna cadencia.



Para acompañar la lectura de Felisberto y saltar de un tipo de gira a otro , quiero recomendar la lectura cruzada con "De gira con los Ramones", escrito por el road manager, donde relata con lujo de detalles y mucho material gráfico como entradas, posters, plantas de sonido,  su experiencia organizando y llevando adelante el caos mismo que significaba la combinación de estas personalidades de una diferencia estridente: Joey el artista, el sensible, el puro, el frágil; Johnny el rigor, la derecha, el empecinamiento, la dureza, el que instaló el sistema ramones en todo sentido, como funcionamiento, como tocar la guitarra; Dee Dee,  apasionado y loco siempre al borde fue el más productivo musicalmente, fuera de los Ramones. Conoce una chica de 15 años, argentina, Barbara Zampini, del sur bonaerense, con quien toca y vive hasta su muerte, y Marky, que tocaba con ellos y fue el segundo batero de la banda.
Cuenta Bárbara en una entrevista:

¿Qué cosas aprendiste de él? 
—De todo. El fue mi secundaria, mi universidad... Aprendí a ser más abierta. El, que era el rey de los punks, me hacía escuchar a los Stones, a Jimi Hendrix. El sábado fui a ver a los Attaque, que estuvo bárbaro y había un montón de pendejitos gritando "el que no salta es un stone". ¡Cualquiera! 

—¿Cómo veías, desde tu cercanía, todo las historias acerca de que los Ramones estaban peleados? 
—...Y, muy cercanos no estaban. Pero se querían. Había posibilidades de que se reunieran pero se murió Joey y todo se fue a la mierda. 

—El domingo tocás con una banda que se llama Fuck You (ver agenda). ¿Hace mucho que no tocabas?
—Y, desde la muerte de Dee Dee... casi dos años. Bah, lo acompañé a CJ Ramone a una gira por Japón, pero canté dos temas y chau. Algún tema de Ramones vamos a hacer, si no, me cagan a botellazos. Quiero estar bien... Todavía me dura el bajón pero no puedo ser una viuda de por vida a los 24 años. 

—¿Cómo viste las cosas a tu regreso? 
— Me la habían pintado de terror, pero parece que la gente se esfuerza por pasarla bien. ¡Allá son todos unos amargos! Aparte me encontré con mis hermanitos, que eran re-chiquitos, crecidos, irreconocibles. 

—¿Ellos también escuchan Ramones? 
—¿Quién no escucha Ramones? 

PARA LEER DE VIAJE, LOS DOS
( LOS RAMONES EN EL BAÑO TAMBIÉN IDEAL)

martes, 28 de mayo de 2013

Sobre "El libro de las criaturas que duermen a nuestro lado"



Esta compilación es un tesoro, una obra de lector a lector, lectores poetas en este caso, Teresa y Arturo, que han escrito juntos un libro usando las voces de la literatura y las han invitado a conversar entre sí y con nosotros, un libro que es el ejemplo de una lectura que escribe leyendo transversalmente  textos de distintas épocas y lugares, levantando como un imán apreciaciones y sentires sobre los que duermen y los que miran dormir. Y todo lo recolectaron estos lectores a su paso devorador de ideas y palabras para mostrárnoslo a nosotros, otros lectores.
Una clasificación preciosa agrupa los textos en durmientes de todo tipo: glotones de dormición, dormidos entre lilas, durmientes lejanos, cercanos, fingidores del dormir.
Una lectura para atrapar en cualquier momento, para abrir en cualquier parte, escapa de la linealidad, a veces poema, a veces ensayo, a veces narración, fragmentos que se vuelven la unidad de otro tejido.
Djuna Barnes, Patti Smith, Safo, Kawabata (no podía faltar con su "la casa de las bellas durmientes"), Lezama Lima, Navokov, Machado, Melville, Duras, Di Giorgio, Apollinaire,  Bachelard y muchos más, han encontrado nuestros poetas, los han pescado hablando de esto, de mirar dormir, de los placeres del dormir, de esa parte de nuestra vida en la que no estamos acá.
Además, un artefacto degustador de autores y obras, porque a partir de lo que leemos en este libro podemos descubrir la obra completa de la que el fragmento es parte u otras obras si nos interesó el autor o autora y nunca habíamos leído nada de ellos.

Un collage de algunos textos, sin referencias, para probar:

Qué pasa durante la noche?
en general dormimos
quien no duerme no puede permanecer despierto
hay que dormir es la consigna que se da  a sí misma la conciencia
la capacidad de retirarnos del ruido cotidiano
de la preocupación cotidiana, de todas las cosas, de nosotros e incluso del vacío,
 es el signo de nuestro dominio
Este mandato de renunciar es una de las primeras reglas del día
Dormir, antes que soñar, es esa permanencia que nos sostiene en un paraíso donde todo se vuelve valorable
No bien entramos en el sueño el espacio se amortigua y se duerme
se duerme un poco antes que nosotros
nos acordamos de nuestros sueños pero no nos acordamos de nuestro dormir
allí donde duermo me fijo y fijo el mundo
alli esta mi persona sin poder errar, no ya inestable, dispersa y distraída
sino concentrada en la estrechez de ese lugar donde estoy durmiendo

Los que duermen habitan mundo separados, los que están despiertos el mismo.
Hay durmientes fingidores y glotones de dormición, hay sonámbulos,
dormires divinos, dormidos entre lilas, durmientes lejanos y cercanos,
niños y animales que duermen
¿quién no ha visto a un perro que ladra dormido?
el milagro del reposo se produce de nuevo
entramos en una geometría diferente

PARA LEER ANTES DE DORMIR

sábado, 25 de mayo de 2013

Sobre "Cuadernos de lengua y literatura" de Mario Ortiz



Las cosas generan palabras, y las palabras generan cosas.
En los últimos tiempos el cuaderno y su familia se han multiplicado en  nuevas formas, tanto en la industria como en lo artesanal: cosido a mano, de papel reciclado, tapa  dura, sin renglones, los clásicos cuadriculados y rayados, y en distintos tamaños.
El cuaderno de papel es un artículo querido que renace y se suma a notebooks y tablets, diferenciándose.  No necesita batería, claro, pero su permanencia tal vez se deba a la pequeña revancha que significa tener un cuaderno fuera de la jurisdicción escolar para poder usarlo como queramos, o tal vez por la oportunidad que se inaugura  con cada cuaderno nuevo, la oportunidad de volver a empezar, de cambiar de tema, de agregar un tomo al diario, a la novela o ese cúmulo de pensamientos que parecerían desordenados y ahora se separan en distintos cuadernos tratando de clasificarse.
Pero muchas veces la clasificación se desdibuja y todos los cuadernos se transformarn en los distintos tomos de ese "un poco de todo lo que nos obsesiona". El cuaderno es agenda -futuro- y diario -recuerdo- a la vez,   representación material de lo que somos y de lo que qusimos ser, aprender, recordar y olvidar.
Anotamos para despreocuparnos de retener ese dato, pero también para  "ver" lo que pensamos y medirlo, juzgarlo y hacerlo posible.
El cuaderno, la libreta, el anotador, son el soporte de la huella y del plan a la vez.

En la literatura cada vez con más frecuencia  aparecen especies nuevas, aún no clasificadas, a las que los fanáticos de cada género querrán llevar para el suyo: poesía, ensayo, novela, pero que estrictamente no pertenecen a ninguna de esas categorías al menos que todas fueran redefinidas. Son a veces un conjunto de notas a partir de observaciones, un trazo de descripciones más o menos objetivas, fragmentos autobiográficos e históricos entretejidos, a veces, con fotografías, dibujos, poesía o una lección de filología, una charla con un amigo o la cita de algo escuchado al pasar. Cuadernos.

Mario Ortiz nació en Bahía Blanca en 1965 y es docente de literatura en los ámbitos secundario y universitario. Sus libros llevan el título general de "Cuadernos de lengua y literatura" y  esta edición recopila del volumen V al VII: "Al pie de la letra", "Crítica de la imaginación pura" y "Tratado de fitolinguistica". Su interés por la relación que mantenemos con las palabras y las cosas está presente en todos los tomos: ¿El lenguaje determina lo que pensamos?  ¿Nosotros determinamos al lenguaje?  ¿Qué cosas hacen las palabras con nosotros? se pregunta, y reflexiona, para celebración del lenguaje,acerca de cómo que en las palabras están la densidad social, las luchas políticas y los distintos significados que la política, la economía y la cultura les van imprimiendo.
Los cuadernos de Ortiz hacen desaparecer las fronteras genéricas, entramando hilos de ensayo, de poesía, de memorias, de historia, siempre a partir de la observación y la experiencia sensible, instalando una inquietud que desata en el lector deseos de hacer lo mismo que él hace. ¿Qué otra función les vamos a pedir a la literatura y a la poesía? hacer que el otro atraviese a su modo una experiencia propia.

Para leer en bares

miércoles, 22 de mayo de 2013

Sobre Fragmentos de un discurso amoroso



Quien más quien menos conoce este libro, al que no lo conoce y al que no lo leyó los invito a hojearlo aunque más no sea, o a tenerlo cerca por si alguna vez lo necesitan, porque el sujeto enamorado "quiere comprender..." y está solo, y en un momento ya no diferenciamos entre el discurso y el sujeto. A tal punto nos lleva el uso del yo que hace Barthes para poner en escenas fragmentadas este discurso al margen.

Pero no voy a hablar de Barthes ni del libro, que eso ya está, quiero contar cómo me encontré con Barthes, y como se relacionan las cosas y más abajo el link al pdf del libro para que lo prueben.

Mis Fragmentos de un discurso amoroso ( Roland Barthes)

La tía de un novio que tuve a los quince dejó, cuando murió, todos sus libros,  papeles de estudio y clases, en la casa de su hermana, la madre de este chico. Una parte de todo la tuvieron que quemar o tirar porque eran los años de la dictadura. Justo cuando la cosa se puso fea fea ella se enfermó y se fué de este mundo. Yo la llamaba la literata, pero su nombre era Hortensia, y no la conocí, ya no estaba cuando llegué a esa familia que yo identificaba como el siglo de las luces en mi vida. Aquella persona que quise sin que lo supiera, dejó en perfecto orden las fichas, los apuntes, las láminas enormes que me imagino utilizaba en las clases de Letras que daba en la universidad de los setenta. Fui yo la que empezó a sacar de a poco del placard de mi novio las cajas con todo ese valioso material. Y en sobres de papel madera escritos a mano se agrupaban las fichas. Entre ellas, una que todavía conservo: Análisis estructural del relato, Roland Barthes, un nombre que conocía por haberlo leído en alguno de los reportajes que inauguraban las enciclopedias Salvat, Grandes Temas, en el tomo de lingüistica y significación creo que era, ahora no lo tengo a mano. Me llamó la atención porque en la escuela me encantaba análisis literario, asi que mi primer acercamiento fue ese, leyendo las fichas que además estaban escritas en un código de abreviación que rápidamente aprendí y hoy sigo usando cuando quiero escribir muy rápido. Además recuerdo que estaban subrayadas con birome roja. Leía esas fichas como un religioso lee las escrituras sagradas, recuerdo la magia y devoción que me producían esos textos y la conexión que establecía con ellos. Algo como pensar que eran una obra en sí, una obra de arte, esos materiales, los veía como obra y pensaba siempre en cosas qué podría hacer con ellos. También había algo de leerlos como una oración, repasando muchas veces las nociones sin terminar de entender o creyendo entender algo creado por mí a partir de eso, como si fueran poesía. Había una lámina gigante de lo mismo y una de la morfología del cuento popular, de Propp, qué pegué en la pared de mi habitación. Para empatizar con Barthes también ayudaban las películas de Godard y de Antonioni que íbamos a ver al cine. Yo los imaginaba contemporáneos y como era más tarde, estábamos en 1980, me armaba el imaginario de un tiempo  en blanco y negro con contraste y definición, donde habían surgido esas ideas, las de Barthes y  que relacionaba también con los guiones de Alain Robbe Grillet, Margarite Duras, con la cara de Ana Karina, y también un puente con Pasolini,  y  todo lo incorporé de una manera fetichista, esos objetos, esas láminas, sobres, fichas, la letra manuscrita y armé una cultura fraccionada, caprichosa, que yo misma me administré y con la que me eduqué de una manera caprichosa sin exámenes, a mi modo, egoísta, sin ley, equívoca, sin exahustividad.
Todo eso es Barthes para mí y cuando llego al Barthes de los Fragmentos,  y al de La cámara lúcida, que ya son textos para los que no hay fichas hechas, ya no importa porque mi clase de teoría literaria terminó, y no fue una clase de eso solamente, fue una clase de arte, una clase de investigación, una clase de lo que queda cuando alguien hace algo con pasión y una clase de cómo transmitir algo sin ni siquiera estar ahí de cuerpo presente, sino a través de la escritura.

Cito a continuación algo del trabajo que no puedo creer acabo de encontrar en internet donde está mencionada Hortensia, "Teoría literaria: una primavera interrumpida en los años setenta" de Leonardo Funes Universidad de Buenos Aires IIBICRIT (SECRIT) - CONICET):

"Ejemplo de los cambios propuestos, la conformación del programa de la cátedra de Teoría Literaria I, a cargo de los profesores Octavio Prenz, Hortensia Lemos y Aníbal Ford vigente en 1974:
I. Concepto de cultura. Definición de objeto literario.
II. Consideración de modelos de análisis literario: el formalismo ruso, el estructuralismo, el grupo de Tel Quel; la crítica psicoanalítica y la crítica arquetípica; la crítica sociológica, política, histórica: la relación literatura y sociedad, la críticamarxista,sociología de la literatura (autor y público).
III. Literatura nacional y popular.
IV. Valoración de los modelos de análisis que resultan útiles para el estudio literario en el Tercer Mundo"



Acá Fragmentos de un discurso amoroso:  FRAGMENTOS
y un texto que publicó Alan Pauls en el 2002 sobre Barthes, este libro y demás.
 http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-117-2002-05-11.html

viernes, 17 de mayo de 2013

Sobre "Los itinerarios gastronómicos del capitán Cook"


Uno de esos libros que dan la sensación de haber sido comprados por kilo, remanentes de editoriales o distribuidoras, los marginales del negocio librero. La librería donde estaba es la Libertador, que hasta tiene su propia editorial que edita clásicos y los vende a precio muy bajo porque evita intermediarios, de la fábrica a la mesa de la librería. Le compré uno a una amiga que pensé lo iba a apreciar y otro para mí.
La autora, Juana Barría fue la finalista con este texto en un concurso de literatura gastronómica, el premio Sent Soví que se daba en Catalunia. El nombre del premio es por un libro de la edad media, el livre de Sent  Soví que se considera uno de los primeros libros conocidos de recetas, de autor anónimo, y es catalán. La universidad de Barcelona y una bodega eran los convocantes a este premio que parece no se hace más,al menos yo no encontré ninguna información después del año 2008. El primero lo dieron en 1998. Una década que justo se corresponde con un momento de holgura en España que luego terminó. Uno de los premios, por ejemplo, que me lleva a esa conclusión, además de la edición del libro, era una cena para dos personas con todo pago, en un restarurante de cualquier parte del mundo que eligiera el ganador.
En este caso "Los itinerarios gastronómicos del capitán Cook", es un libro de aventuras de exploración -los viajes reales del capitán Cook en el siglo XVIII- y de recetas al mismo tiempo, las recetas se pueden preparar, pocos ingredientes son difíciles de conseguir, pero se pueden reemplazar. Y si no las realizamos nunca no importa, al leer una receta uno tiene una especie de viaje sensorial de gusto y olfato que impregnará la lectura. Un par de personas que conozco, por distintas razones y sin saber una de la otra, escribieron recetas "no probadas", son recetas imaginadas, son proyectos.

Se las muestro.

Estas pertenecen a un recetario- epistolario, según su autora, Florencia Minicci



Berenjenas acarameladas azules
Berenjenas sin pelar, cortadas en pedazos para simbolizar lo que nunca está completo, lo que estando desligado posee semillas parecidas que lo conectan. Partes asimétricas de berenjenas desparramadas en una fuente adobada con limón, jengibre y azúcar negro.
Sobre las berenjenas pongo queso azul pisado con un mortero. Tuvo que formarse una pasta blanca manchada. A esta pasta, durante la mezcla, la rocié con semillas de lino (apenas cinco) y ralladura de pan que no quería tirar.
Las berenjenas con el queso azul, sobre la fuente adobada, van al horno media hora y quedan crocantes en la base. Por encima el queso se gratina.
Al servir le pongo una hoja de menta encima a cada berenjena. La menta es tal vez el elemento más cursi de la cocina, y el más hermoso entre las plantas.
La bebida que acompaña es jugo de manzana bien helado.

Cerezas envueltas en sandía
Agarro un cuarto de sandía helada. Con una pequeña cuchara cóncava hago pozos aptos para cerezas.
Pongo las cerezas en los pozos. Las cerezas fueron descarozadas para que las puedas disfrutar libremente.
Riego la sandía con wiski.
Pongo la sandía en el freezer  diez minutos.
Se come directamente agarrando por las puntas la medialuna de sandía y encontrándose sorpresivamente en el camino, cerezas.

El siguiente caso es el de Lupe Sendra:

Receta teórica #1: Sopa Europa*
*Se llama así por la Europa de antes. Habría que pensar cómo sería la
sopa Europa del siglo XXI

Ingredientes:
-Cebollas, medio kilo
-Cebolla de verdeo, un paquetito
-Puerro un paquete, un atado, algo así
-Manteca lo que querramos
-Sal a ojo
-Pimienta a ojo
-Caldo de verdura 3/4 litros aproximadamente (de sabor suave)
-Cerveza negra, un chorro con gracia
-Ajo una cabeza hechos puré una vez horneada la cabeza entera.

Picar las cebollas en tiritas finas con cuchillo afilado para no
llorar. Picar puerro y cebolla de verdeo. En una olla, poner la
cebolla y cocinar con manteca a fuego bajísimo por media hora.
Revolver para que no se peguen. Deben quedar color caramelo. A las
cebollas de caramelo agregar los puerros y cebolla de verdeo ya
rehogados en manteca y el puré de ajo. Subir un poco el fuego y
agregar un chorro voluntarioso de cerveza. Evaporar, explorar. Salar y
pimentar. Agregar el caldo de verduras y cocinar una hora. Servir con
queso rallado encima. Panes, bienvenidos.

Receta teórica #2
Budín de Caramelo

Ingredientes:

Masa base:
2 huevos
10 cucharadas de harina
10 cucharadas de leche
10 cucharadas de aceite
10 cucharadas de azúcar

Caramelo:
10 cucharadas de azúcar (no las mismas de la masa base, otras nuevas)
Manteca un poco, lo que parezca mejor.
Crema un chorro como sin timidez

Batir los huevos a mano hasta que se rompan. Sumar el harina, aceite,
leche y azúcar. En una sartén a fuego muy bajo, hacer un caramelo
poniendo el azúcar de forma bien distribuida sobre la sartén, sobre
manteca derretida. Cuando el caramelo esté rubio (no castaño), mezclar
con un chorro de crema.

Mezclar la masa base con la crema de caramelo y si se quiere rodajitas
de banana acarameladas. Para las bananas acarameladas, seguir el
propio instinto. Hornear a fuego medio o medio bajo hasta que salga el
famoso palito limpio. Cada uno conoce su horno. Acaramelar por encima
o no según sus convicciones.

Un libro para leer comiendo o cocinando

sábado, 11 de mayo de 2013

sobre los lugares recomendados para cada libro

Nuestra lectura hoy en día debe adaptarse a los momentos y lugares de los que disponemos, que no suelen ser muchos. De alguna manera siempre fue así, al menos que seamos mantenidos y servidos como abejas reinas, que no es la mayoría, porque cuando no se está estudiando, que es lectura forzada, tenemos que trabajar o hacer tareas que nos impiden entregarnos a la lectura. Esa es muchas veces la excusa para abandonar este placer. Por eso sugiero aprovechar ciertos momentos y espacios con este criterio:


Bares:

La lectura contracorriente, la concentración que se consigue en medio de la dispersión, del ruido, de muchos estímulos sensoriales. Puede ser interrumpida en cualquier momento, se mezcla con el ambiente. La lectura exclusiva: leer en los bares es sentarse a leer y nada más.

Transportes públicos:

La sensación de recuperar el tiempo muerto del viaje conocido, rutinario, transformándolo en un tiempo disfrutable, interesante.
Estar en otro lugar cuando nada nos interesa del lugar en el que estamos.
acompaña la lectura, actividad quieta, con la sensación de desplazamiento.

Vacaciones

Un tiempo en el que gana la pereza, las ganas de no hacer nada, la obligación del descanso,
el tiempo disponible sin horarios, el encuentro con el aburrimiento también , cuando se necesita algo para amortiguar el corte abrupto de una actividad y de la rutina, enfrentar el vacío.

Esperando en la cola

Trámites, pagos, cobros, bancos, sentados o parados, minutos preciosos y... ¡no se puede usar el celular!
lectura que nos lleva a otro lugar, puede ser una larga espera y un largo tramo de lectura. CConcentración total, no pasa demasiado alrededor,


Cama

Poblarse con la imágenes que nos acompañarán al mundo de los sueños,
desacelerador
interrumpible
no demasiado complejo para no dormirse tan pronto
no demasiado atrapante que nos desvele

Comiendo

Lo incorrecto, no se debe hacer, nos lo dicen de chicos
lecturas que no se pueden interrumpir y por eso no paramos de leer ni para comer
lo que necesita ser acompañado por  la ingesta de alimentos, una manzana, un alfajor o  directamente el almuerzo
lo que nos acompaña si comemos solos

Baño

Lecturas interrumpibles. Pueden ser retomadas facilmente en otra ocasión.
Relajante, sin compromisos, libre, ocasional
Puede ser algo útil: datos, información
o para probar algo nuevo o a lo que no le teníamos confianza previa (testeo)
Privado, lo  que no queremos que nos vean leyendo




Sobre Kozmic Tango de Beatriz Vignoli


Martín Pérez me invitó a tocar en un ciclo en el CCBA que era de escritores y músicos, con quién podría ser me preguntó, y pensé en Beatriz Vignoli, porque me había tocado compartir una mesa en el Festival de poesía de Rosario y me parecieron increíbles los poemas que leyó en esa ocasión, en especial había uno sobre Omar Chabán que extendía la colección de Soliloquios que tiene editados, donde toma la voz en primera de distintos personajes de la vida y de la ficción, de aquí y de todas partes. Yo tenía que leer después de ella. Llegué tarde y empapada  por la lluvia y proque me había equivocado y me había ido a otra sede y tenía que ir ahí, al España, al lado del Paraná. Ella me hizo un chiste porque vió mi cara después de escuchar su "alta poesía", me encanta llamar así a este tipo de escritura, se horrorice quien deba, no hay caso, no encuentro mejor definición que sólo se aplica a poetas desamordazados, puros como niños puros, que le dan rienda suelta a la voz sin vergüenza, sin medir consecuencias ni pesar vocablos. Intensidad se le suele decir. Bueno, decía que vio mi cara de pánico por tener que leer después mis poemas, petisitos al lado de los suyos. Ella susurró algo así como: "te tocó de telonero Beck". Debería haber dicho otro músico para que yo me asuste más, pero ella tiene otra organización del imaginario musical, me dí cuenta que tenía uno poderoso, y me asusté igual. La crónica Kozmic Tango, hace referencia en su título al Kozmic blues de Janis Joplin. 

Se muda la protagonista, que es Beatriz misma, al barrio sur de Rosario, cerca de la cancha de Central de Córdoba y describe sus días en uno de los edificios de los 16 que conforman un barrio de ladrillos a la vista dentro del barrio, con el pasaje Holmberg, la plaza José Hernández donde hay una réplica del busto que hizo su abuelo el escultor Herminio Blotta para el rosedal del Parque Independencia. Su primo Déivid y su amigo Lisandro Murray son los compañeros de mirada, y con ellos comparte la observación de los distintos personajes que en ciclos más o menos estables aparecen y desaparecen de la escena del barrio que Beatriz termina transformando en un cosmos aparte y que aunque no conozcamos el verdadero barrio, hay uno que se habilita en nosotros para siempre con pájaros que cantan como los beatles y después son cigarras, churreros y hueveros kantianos, el dueño de los tangos que terminó sus días por allí y que le dejó el último acorde al título del libro.
Lucas Cosignani hizo una película en video de veinte minutos "Mil voces para una historia"que se estrenó el 23 de abril de 2013 en Rosario

Cuentan en este artículo  :
A la hora de realizar el documental, los productores se encontraron con un detalle particular producto de la calidad de la narración del escrito:  “Íbamos y nos sentíamos como si hubiésemos estado un montón de veces. Nos pasó que como habíamos leído el libro era como que ya conocíamos el barrio”.
La autora nos cuenta  cuándo lo vuelven a dar y dónde  fzbk Beatriz Vignoli

NUEVOS...
OTROS LIBROS DE VIGNOLI, LOS MAS RECIENTES:

(no amplio porque es mucho material, no puede resumirse, excede el tema de este comentario, les paso los títulos y al que le interesa que investigue que vale la pena!)


  • "Es imposible pero podría mentirte""
  • "Tritigre"
  • "Kelpers"


Acá, algunos fragmentos del libro en cuestión, editados 


Plaza José Hernández
La plaza es un mundo. La plaza es mujer. Es el vacío central de nuestro vecindario, es más que su pulmón: Es nuestro corazón, que late sin cesar de encarnar la utopía realizada contra toda evidencia de decadencia del presente.Ahora que un miedo irracional nos retira del espacio público y nos encierra cada vez más en nuestras casas, la plaza, a pesar de toda nuestra agorafobia (de nuestro literal terror al ágora), se yergue luminosa con su fresco traje verde y las joyas sonoras de sus pájaros. Canto la plaza pese a mi cobardía, la veo en mi ventana y me saluda, a toda hora, con el siseo de seda de su fronda y sus aves. Plena en su límpido cielo de verano, está ahí y, a diferencia de todo lo demás, ella sí es quien sería: el paraíso recobrado, la tierra prometida, la dicha en este mundo.Antes, cuando nos mudamos, atraía a más enamorados, que se besaban en los bancos de madera sin pensar que alguien podía verlos; o más probablemente lo sabían y no les importaba. Todavía, a veces, se ven grupos de chicos jugando al fútbol. Los bancos de esa plaza fueron mi sofá para leer algún libro, en una de esas tardes ociosas de comienzos de siglo que ya casi no existen. El sol en esos bancos es la tibia caricia que se desperdicia cuando están vacíos: toda esa luz era para nosotros. Los mejores momentos de la plaza son al comenzar la mañana y al caer la tarde. Entonces el sol derrocha sobre todas las cosas sus pinceladas de oro radiante e inasible, sesgada luz que se sueña fantasma del oro antiguo. La edad de oro y la utopía de la plaza son un mismo instante ritual en la mañana, cuando la luz cierra el círculo entre el presente y el origen. Es un instante y después, enseguida, viene el día: profano y secular, sin secretos ni misterio.Al final de la tarde, la luz brilla en la cruz metálica de Nuestra Señora de las Nieves, la iglesia en eterna construcción al final del Pasaje Holmberg y chispea un poco "igual que a la mañana" en sus vidriecitos de colores que parecen los de una casa de cuento.A veces, en verano, el ocaso es lento y amarillo. Y cuando al fin cae, despeñándose casi anaranjada desde lo alto del más alto de los cipreses, la luz marca el comienzo de la nochecita que vira desde el lila al negro oscuro, pasando por un índigo profundo. Primero, en el lila, se encienden las farolas redondas frente a los edificios, lunas llenas dobles o triples que cuelgan a ambos lados y se yerguen arriba de sus pies de hormigón, finos y esbeltos como los de una copa alta de cristal.Después viene ese azul prístino como el de un vitral cuya estructura de nervios de plomo, en invierno, fuese el ramaje pelado y oscurecido de los fresnos. En el verano, la penumbra nueva es la señal que parece detonar el encendido de fasitos que, como mínimas antorchas, inundan el aire de un olor dulzón inconfundible: el de la marihuana, no programado por los urbanistas.La utopía realizada apesta a faso. Para los hippies viejos, es un perfume nostálgico, nostálgico de nuestra nostalgia por lo que sucedió antes de que naciéramos; para los jóvenes que lo usan de chill out acaso sea un aroma por el cual el presente se aplasta en sí mismo. Ya no brinda ese vértigo sublime, el del ahora mirándose en el futuro del pasado y comparándose con cómo sus proyectistas lo soñaron: ese acorde paterno es el alma de la plaza, que a través de todo cambio permanece en la arquitectura de sus antiguas formas, construidas para durar.El hueveroEn el sur el tiempo se repite, idéntico, en vez de crear momentos nuevos; nada de lo que sucede parece tener una ubicación precisa en el presente. Retornan día a día las ordenadas rutinas del vecindario: el lóbrego quejido de los goznes sin aceitar del portón de la cochera de al lado a las siete de la mañana; el pregón del huevero los martes y en verano el piar de la cigarra, a la que creíamos un pájaro: gu, gu, gu... ¡chuuub! El pájaro beatle, lo había apodado Déivid. A las 13:30 viene la ramplona versión grabada de los primeros tres o cuatro puñados de notas de "Para Elisa" de Beethoven por el parlante de la bicicleta del heladero (son las 13:30 y suena, exactamente cuando escribo esto). Y a media tarde, como una diana vespertina indicando el fin de la siesta, la cornetita del churrero ambulante. De tanto en tanto se suma la flautita aguda del afilador, que hace llorar a los perros al herir la sensibilidad de sus tímpanos. En el sur, los pregones de los vendedores ambulantes se mezclan con los cantos de los pájaros y el pregón suena como un clamor animal, un grito natal del mundo mismo."El huevero es como un Kant frente a un espejo deformante", interviene Lisandro. "Un ente, que tiene un reloj interno y pasa siempre a la misma hora. Aunque la Presidenta haya decretado que las once ahora son las doce, para él siempre son las diez". ¿No eran las once? "No, las diez. Él tiene otra hora. Su paso es una deformación del espacio tiempo". ¡Un infundíbulo cronosinclástico, como dice Vonnegut en Las sirenas de Titán! "Claro. Por eso le oímos gritar "¡Huó!" y no "¡Huevos!". Cuando le compramos, le estamos comprando al que pasó ayer". ¿Y es siempre el mismo, o es cada vez uno distinto? "Ah, eso nadie lo sabe", responde solemnemente Lisandro. "Para los hombres de nuestra generación, es un interrogante que quedará sin respuesta".2 de octubre de 2005Pucha que no era tan fácil escribir sobre pájaros. Separan los indicios, estos bichos astutos. No es como en los dibujos animados de Disney, donde ves el pájaro cantando, no. En su vida semi silvestre, el pájaro canta escondido en la espesura. Si se deja ver, es que está muy alerta; y tal caso está mudo. Los pájaros no son estrellas de rock. Los pájaros, como los analistas freudianos ortodoxos, se vuelven invisibles para decir lo suyo. O el pájaro audible, o el pájaro visible: una de dos, y a que a la taxonomía te la arme Holmberg. Acá en la plaza hay unos que necesito saber cómo se llaman porque, si mis sentidos no me engañan, emiten un canto remotamente parecido al estribillo de "Yo soy la morsa" y quiero ponerlos en la nueva novela como remate del pregón del huevero. Sería una cita casi textual de los Beatles, armada cual ready made o collage con elementos provistos por el azar objetivo. Cosa providencial, si las hay: mudarse uno al pasaje Holmberg, llamado así en honor a un injustamente olvidado escritor y naturalista argentino, y que la vida te cante un tema pop clásico...Necesitaría una siesta."Dormir, tal vez soñar...".Zoo ilógicoUn auto permitiría hacer las compras en supermercados distantes y más económicos. A los de a pie nos basta con los dos "súper" y las cinco verdulerías de la zona; con las innumerables carnicerías del vecindario, una de las cuales "la de San Martín y Amsterdam, que tiene la mejor" exhibe un antiguo gráfico estatal de los cortes tradicionales. O con el almacén de Walter sobre calle Laprida (entre otros; ¡pero Walter escucha rock pesado!), o con esperar al huevero que llega cada martes por algún agujero de gusano desde algún universo paralelo. O con aquel otro viajero del tiempo, que ya no viene más: "el verdulero lindo", como lo había apodado Déivid. Llegaba cada mañana en su camionetita y las vecinas se arracimaban alrededor. A mí no me parecía lindo pero para Déivid no sólo tenía pinta, sino que ésta lo ayudaba a sonsacar chismes. Nos ponía un poco paranoicos el verdulero aquel, pero era más cómodo que tener que lidiar cuerpo a cuerpo con desconocidos más aptos que uno en los scrums de la lucha darwiniana por la balanza de la verdulería del supermercado La Sandro, que así se llama el supermercado de Uriburu y San Martín; al de San Martín al 5000 todos le decimos "el Lorena". La inversión de géneros no nos es extraña. Tampoco el involuntario humor de los nombres de las panaderías. Las dos tradicionales (la de Conce, en la esquina de Esteban de Luca y Buenos Aires, frente a la iglesia de la parroquia Nuestra Señora de las Nieves, y otra detrás de la ex parrilla "La Amistad") se llaman, respectivamente, De las Nieves y La Flama. Los dos extremos. "La flama detrás de la amistad", escribí una vez en un borrador que después borré. Junto a La Sandro, frente a la parrilla, está el restaurante "Amorfar", del Club Social y Deportivo "Voluntad". El club conserva su antiguo mobiliario, de una dignidad tal que da vértigo. El restaurante tiene, en la tradición nostálgica de la zona, retratos desde el Negro Olmedo hasta el Che Guevara. En la zona hay varios clubes sociales y deportivos. Está el Canals, por San Martín; se puede contar además como club social al centro vecinal Hertz, cerca del Distrito Rosa Ziperovich. Dio glorias del fútbol el Club Central Córdoba, a cuya hinchada hoy le ha ganado terreno la guerra de pintadas entre Central y Newell's. El más cercano a casa es el Club Atlético Olegario Víctor Andrade (C. A. O. V. A.), en la esquina de San Martín y la calle del mismo nombre. Su cafetería es un café de barrio cuya alma de tango resiste entre la música de radio y la remodelación. Los únicos habitués del cafetín eran hombres hasta que empezamos a sentarnos a leer, por separado, dos vecinas: la filóloga Silvia Rivero, que estudia a Saussure, y yo. El C. A. O. V. A. es el tradicional rival del Club Tiro Suizo, de cuyo polígono creí que venían los tiros que luego supe eran de rifles de aire comprimido de chicos que les tiraban a los pájaros de la plaza. Los tiros y los cohetes son parte del paisaje. Este es un barrio donde el agua corriente llega a los departamentos gracias a las cisternas que el consorcio de cada edificio mandó construir por cuenta propia para hacer subir el agua de red. Se llama Barrio Las Heras, pero le dicen el barrio militar, aunque lo único que queda hoy del Regimiento 11 "luego, Batallón de Comunicaciones 121" se mudó a la provincia de Corrientes. Antes, cuando llegamos, oíamos todavía las prácticas militares.Es un barrio olvidado de la mano de Telecom, donde sin una empresa multinacional petrolera no tendríamos Internet pública. Donde muy de vez en cuando hieren o matan a alguien para robarle, y la consternación se apodera de todos. Pero donde pese a eso se siguen entablando lazos de confianza: los martes, cerca del mediodía, se puede ver bajar desde algún balcón, colgada de una soga como un balde guiado por poleas, la cesta donde el huevero deja su mercancía y el vuelto.Entre la parrilla y la panadería La Flama existe una callecita o pasillo, una anómala cortada peatonal, enrejada. A veces cierran las rejas, pero otras se puede ir desde la panadería La Flama hasta el bar de San Martín y cortada Bonpland. Amplio, umbrío y con un gato negro, de noche el bar es un karaoke. Me cuenta Lisandro que el pasillo se llama Pasaje Cambiaso.Parte de la detención temporal del barrio sigue siendo lo abundante de las porciones de sus restaurantes, de esmerada atención, que ignoran la mezquina moda "chef" del centro. Y la generosidad de algunos comerciantes como Liliana, de la verdulería frente a la plaza, quien me separaba hojas de remolacha para los cuises de Déivid y me llenaba enormes bolsas mientras decía: "Tienen para entretenerse, los muchachos".Cuando voy a la verdulería de Liliana alcanzo a ver, por entre las hendijas de las persianas bajas, la luz catódica del televisor en el living del historietista Mosquil (Gustavo Rojas). A la vuelta de casa, en uno de los chalets con jardincito delantero y garage de la Avenida San Martín, vive la novelista Angélica Gorodischer. Pocas cuadras al norte, por Mister Ross y también con jardín, reside la poeta Concepción Bertone. Si se sigue el pasaje Holmberg a contramano y a pie, se descubre que al oeste de la avenida el pasaje cambia de mano y de nombre y se convierte en José María Gutiérrez. En una esquina de la calle Gutiérrez está la casa paterna de Nancy Rojas, investigadora del Museo Castagnino y artista. También del otro lado de la avenida, por Olegario, hay un club que no había visto al principio: el Club Social El Ceibo.A la panadería de Conce se llega desde casa por un caminito que separa entre sí el lado este del cuarto y último edificio, contando desde el mío, del fondo del primero de la vuelta, en la esquina de Holmberg y Buenos Aires. El caminito cruza toda la manzana y desemboca en Esteban de Luca. Está cubierto de césped y marcado por huellas de las llantas de los autos que de a poco van aplastando y hundiendo en la tierra las brillantes esquirlas de vidrio que quedaron del granizo de noviembre de 2006. Conozco bien este camino de tanto ir por acá a "la Shell": así le decimos a la estación de servicio Shell de Olegario y Buenos Aires, que nos saca de apuro cuando alguna tormenta rompe los cables del teléfono y hay que esperar tres días como mínimo a que vengan a arreglarlos. Y parece cuento, o parece una película, pero cuando voy a comprar tarjeta para mi celular, el empleado del servicentro que está contando las monedas de la recaudación del día tiene puesta una remera que dice: "Estamos tan cerca como su teléfono".El sur es el futuro del pasado, sólo que el presente decidió asentarse en otra parte. Lo que queda acá es el siglo veinte mismo. Siguen acá los que llegaron antes que nosotros, cuando los chalets y los edificios eran nuevos y recién estaban asignándose a empleados públicos y a cuadros de las fuerzas armadas. Se acostumbraron y nos acostumbraron a nombrar las calles por su nombre de pila y no por su apellido: Esteban de Luca es Esteban, Andrade es Olegario. La Shell de Olegario y Buenos Aires tiene máquinas conectadas a Internet, dos de ellas con puerto USB para enchufar un pendrive. Cada puerto tiene un cable, y ese cable es el fino cordón umbilical que nos une al presente cambiante. Lo demás, no: lo demás es la radio, sintonizada en una FM "clásica" que pasa todas esas canciones de los años "70 y "80 que uno se alegraba de haber podido olvidar. En el invierno de 2007, Alejandro, el actual playero de la estación, atendía el mostrador del servicentro y deslumbraba con su erudición musical: oía un ringtone de música clásica y era capaz de adivinar el autor, la obra y hasta el movimiento. También sabe de jazz. Y de muchos otros temas. Tiene lo que se llama "cultura general", que todavía vale algo para los hombres y mujeres sensibles de nuestro barrio: le reconocemos de común acuerdo su valor de uso, si no el de cambio. La cultura alivia la vida, nos decimos. Es que nosotros, los sensibles de zona sur, tenemos una vida que necesita ser aliviada. O eso creemos. Nos comparamos siempre con los del centro, nunca con los que están aún peor.El sur cambia de a poco. Una inercia propia del lugar hace que las cosas se modifiquen recién cuando nos hemos encariñado con ellas. Es así que nos duele cada negocio que se funde y cierra. Los que no, están ahí como si hubieran estado siempre; los que desaparecen, si no han durado lo suficiente para recordarlos, es como si no hubieran existido.* Fragmentos editados de Kozmik tango (crónica, Editorial Municipal de Rosario, 2009)
Lugar para leerlo TRANSPORTE PÚBLICO

Sobre "Agosto" de Romina Paula




El actor Esteban Bigliardi me trajo un regalo al set de "Un mundo misterioso".  Estamos rodando en Colonia, una escena en el casino, donde su personaje se deja llevar por el mío, ya que va como bola sin manija después que se separó. 
En un almuerzo me da el regalo, es un libro, Agosto, de Romina Paula, su directora en la obra de teatro El tiempo todo entero.  Esteban dice que le gustó tanto que le dan ganas que otros la lean, por eso compra más de una cuando puede y la anda regalando. Estos son los anónimos actos de gestión cultural espontánea que son indispensables por fuera de cualquier ausencia o presencia de políticas culturales. Por eso después de leerla y que a mí también me haya gustado mucho, la recomendé, se la presté a algunos y al tener esta ocasión de que más personas se enteren no dudé en elegirla como uno de los libros que les puede interesar leer, gracias a que este espacio al que me han convocado me permite amplificar estas señales espontáneas y personales.
Romina Paula nació en Buenos Aires en 1979 es directora de teatro y dramaturga  además de escribir novelas (con El tiempo todo entero estuvieron de gira por Francia dos veces y próximamente estrenará:  Fauna), pero también es actriz. Se la puede ver en "El estudiante" de Santiago Mitre. Esta es su segunda novela, la primera se llamó ¿Vos me querés a mí? y también la publicó la editorial Entropía.
Como se trata de un viaje al sur, Esquel,  adonde la protagonista regresa para esparcir las cenizas de una amiga y  en el programa se entra al momento de los libros por algo que llaman disparador y que parte de un tema más general, y también porque me es familiar ese escenario, elegí el sur, la idea de sur, nuestra idea de sur que esta novela profundiza desde una segunda persona que le habla a la amiga ausente. Y bien digo le habla porque la lectura de Agosto es como escuchar hablar, o algo así, algo intermedio porque no deja de ser literario, o se constituye en literario a partir de existir. Sea como sea resulta muy fácil de leer, por una razón distinta a la de la lectura de Sabbatella, es algo que tiene más que ver, tal vez, con lo acostumbrados como estamos hoy a la conversación por escrito.

Una muestra: 


Citas de Agosto, Romina Paula, Entropía, 2009
1) Pag 141,142
..."Bajo la ventanilla un poco mientras vamos hacia la ruta, para que me pegue el frío en la cara, para sentirle el olor a Trelew.Ahora la ciudad no huele mucho, sólo a frío, pero ya en el descampado hay algo de pasto, de basura, de polvo, de noche. A mi me gusta la noche, me gusta la trifulca. Me gusta rozar y no entender, sentir telas y estar confundida, un calor en una tela, ul olor, aroma, algo. Y la saliva y el peso, el peso del cuerpo, del otro, contra la ropa cuando hace frío, todo eso ahí atrapado en una tela, eso que es alguien, esto que hace todo tan hipnótico. Ver gente en la oscuridad, ver en la oscuridad que altera tanto la percepción, arroparse en la oscuridad, contra alguien, contra algo, una espalda, un pecho, algo que envuelva/envolvente, decir cositas, pocas, entre besar y besar, volver a la boca del otro como una estocada, una nueva, renovada, volcarse hacia el otro, sobre, recuperar la boca, ésa, una, una vez más y empezar todo de nuevo, todo de nuevo, la lengua, el olor de la boca y del contorno, del contorno de esa boca, no todas las salivas se secan por igual. No, para nada, un augurio, un auspicio, perder la noción de las partes del otro, de dónde están, de cómo se distribuyen, qué parte de la cara es cuál, cuál parte de la boca es qué, diferencia de tamaños, distorsión de tamaños, de proporciones y espacio, distorsión de una mejilla contra otra, cerca lejos en, los áspero, lo que no lo es. Lugares nocturnos llenos de humo y cuerpos y posibilidades, aunque no siempre, pero la proximidad y ese arrastrarse, arrojarse hacia, contra esos cuerpos y a veces, y de a momentos, entrar, entrarle, a eso, a todo, ir. Robarles un poco de ellos mismos cuando no se dan cuenta, o sí, para que se den y aun así no puedan acusarlo a uno de nada, de nada de lo que uno no pueda defenderse."

2)pag. 119,120
"Todavía es de noche cuando vamos para la ruta. Tengo ganas de este momento, me doy cuenta de eso. Todo de este momento me da ganas y me gusta, hasta el frío: salir a la ruta de madrugada, tener un equipo de mate a mis pies, listo para ser cebado, los bizcochos en la misma bolsa, el camino a través del desierto, la compañía de Julián, su proximidad, estar enfundada en tu campera, reposar mi nuca en la capucha contra el cuero, la cuerina del asiento, el vapor de las ventanillas, la música, la música que vamos a poder escuchar, todas esas canciones. Y hablar, poder hablar con julián o tal vez no hacerlo, poder elegir no hacerlo, eso también. Llena de posibles algos, así me siento, así estoy. A mi alrededor, pura ventanilla. Y al otro lado del vidrio Esquel, la montaña, la mañana , el amanecer y pronto, la nada, el vacío absoluto, un vacío absoluto, con mañana, con sol. El primer rato estamos en silencio. Paramos, cargamos nafta, Juli me pregunta si necesito algo, apenas si llego a decir que no, a negar con la cabeza. El hace el trámite, vuelve al auto y me regala un Paragüitas. Gracias le digo y me lo guardo en el bolsillo de la campera. Tu campera, la nuestra. Juli arranca, da la vuelta a la rotonda: ahora sí que estamos en camino. Me dice que elija algo de música, le respondo que por mí todavía no, que por ahora estoy bien con el silencio, que si le molesta seguir un rato así sin música y él que no, que todo bien, pero que entonces le cebe unos mates porque sino se queda dormido".
Lugar para leerlo CAMA


Sobre "El modelo aéreo" de Leonardo Sabbatella




Esta novela fue editada por Mar dulce el año 2012. Leonardo Sabbatella, su autor, nació en Buenos Aires en 1986. La primera vez que supe de su existencia fue porque su autor me habló de ella cuando todavía no estaba publicada, me contó cómo la había trabajado, con qué cuidado, y me contó también que él era de la narrativa, que no escribía ninguna otra cosa. Yo no había leído nada suyo salvo algunos textos sueltos que, tanto a mí como a otros que presenciamos su lectura en un grupo de trabajo, nos llamaron la atención por lo claro, lo fluido de la prosa, que te llevaba sin esfuerzos por imágenes, situaciones, descripciones de personajes, como si estuviera instalando cada cosa en su lugar, sin esfuerzo y uno siguiéndolo expectante con la sensación de poder evocar inmediatamente esas invenciones.

Cuando pasados unos años leí El modelo áereo, ahí estaba todo eso y conformando una novela completa, armada en base a capítulos cortos, que siempre son escenas enhebradas por el hilo de una ciudad anónima que podría ser Buenos Aires pero también cualquier otra.

Pero leamos directamente a su autor, a quien consulté, para que nos cuente de qué se trata:



La novela trata sobre los efectos que generan dos muertes en una ciudad. No en lo que podría denominarse el primer círculo íntimo (familiares) ni el segundo (amigos cercanos, compañeros habituales de trabajo. Me interesaba ese tercer círculo de afectados, personas circunstanciales, amigos indirectos, compañeros que no los ves todos los días. La muerte trabajando en el tiempo, el delay con el que se enteran los distintos personajes. la pregunta era un poco ¿hasta donde llegan los efectos de una muerte? llegan hasta el día último en el que alguien se entera, llegan hasta la ciudad más lejana donde una carta hace referencia al hecho, etc. En miedo de todo esto esto hay un personaje, un único personaje que los conoció a ambos muertos y que se ve afectado, las muertes apenas cercanas pero las dos en un breve lapso de tiempo lo transforman. La novela es un mapa de efectos.
¿Cómo es la ciudad en la que se producen estas muertes y esos efectos? 

La ciudad tiene ciertas características atemporales y parece que pudiera ser cualquier ciudad. Tiene un aspecto de ciudad europea de posguerra por momentos, hay un cielo encapotado, hay sectores que se repiten, no es necesariamente una ciudad gris pero digamos que los personajes se mueven sobre cierta opacidad. La ciudad tiene sus construcciones imponentes y desproporcionadas como la mapoteca, hay un río, hay una biblioteca  hay subterráneo con escaleras enormes, un autódromo, está la pista para aeromodelismo, plagada de bares y cafés pero también casas viejas como en la que vivía el pintor, departamentos cercanos al estilo monoblock, enormes estacionamientos.
¿Qué dirías de los personajes que se mueven en ella?

Los personajes tienen en común que todos están apenas corridos de su eje. Están trastocados, son personas con un falso fondo, todos parecen esconder algo, tener alguna vida no declarada o alguna miseria personal. Son personajes a los que me interesaba que se los pudiera ver con sus objetos, y de esa manera definirlos indirectamente.
¿Qué escritores influyeron tu escritura en este caso en particular?

 Estaba presente Sergio Chejfec y George Perec en especial. Pero también Borges, Beckett, Saer, Onetti, Handke, Serra Bradford, Alan Pauls. La película Las alas del deseo fue importante para pensar la atmósfera de la novela. 


CITAS

El modelo aéreo, de Leonardo sabbatella (Mar dulce, 2012, pag 51)
Greta. Museo
Greta desemboca por error o por casualidad en el Museo de Ciencias Naturales. Salió a caminar y se perdió en el mismo punto de la ciudad donde se ha perdido toda la vida: en la circunvalación. Evoca las tarde en las que iban con el pintor, cuando eran jóvenes, a internarse en los pasillos mal iluminados del Museo. No es que vuelva atrás el tiempo, sucede algo peor para Greta: se siente una espía de esa época, una espía de su juventud con el pintor. Camina tras los pasos de una pareja que sin duda son ellos dos, que se abrazan y se sueltan, se ríen y se conmueven, son pueriles, son novatos. Tiene al alcance de la mano el vestido rosa y gris que usaba hace veinte años, el clima destemplado de los pasillos se hace piel en Greta. Tal vez haya sido necesario perderse para llegar a ese recuerdo. Las vitrinas con huesos, los carteles explicativos, el eco de una visita guiada. El pintor ya no se encuentra en el museo ni en ningún otro lado.(...)
 El modelo aéreo, de Leonardo sabbatella (Mar dulce, 2012, pag 105)

Pavel. Subte
Las escaleras del subte son tan largas que parecen llevar a cada uno de los usuarios al centro de la tierra. Pavel llega hasta el andén por las escaleras fijas, no soporta las mecánicas, y camina de punta a punta esperando uno de los últimos servicios del día. No hay mucha gente, apenas una madre con hijo dormido en un asiento y un poco más lejos una pareja que discute acallando la voz pero sin controlar los ademanes. Pavel viene de una sala de cine situada en un piso nueve, cada tanto se asoma al túnel para chequear si aparece la luz del subterráneo. Impaciente. Parado sobre uno de los escalones plateados de la cinta mecánica, desciende Matías, dos bolsos con los equipos de fotografía. La pareja que discute aumenta un punto el tono de voz, a Pavel llegan palabras aisladas: noche, estúpido, nunca, basta.  La película alemana que acaba de ver absorbe a Pavel como los efectos de una droga, recibe cada cosa que ve como parte de la atmósfera del film. (...) 

El modelo aéreo, de Leonardo sabbatella (Mar dulce, 2012, pag 134)
Pavel. Plaza.
(...) Los pasos de Pavel recorren surcos de una ciudad subterránea de cloacas, túneles, arroyos,subsuelos, bodegas y sótanos; camina sobre vidas escondidas. Algunas personas hacen deporte, trotan en pequeños grupos, otros corren esquivos. Pavel no quiere regresar, como si entrar a la casa le recordara un cansancio o una perturbación insufrible. Alguien le pasa por al lado, casi rozándolo, en bicicleta; hace algunos años los roles podrían haber estado invertidos. Las póximas cuadras parecen repetir el paisaje ya visto, la ciudad como multiplicación de un único fragmento. En el trabajo, recuerda, alguien mencionó la reglamentación por la que la distancia entre una farmacia y otra debe respetar un mínimo de cuadras, una especie de planeamiento urbano que de esa manera extiende la ciudad para que las farmacias no se amontonen en un puñado de manzanas.
Continuamente la misma ciudad, maquina Pavel, atormentándolo, persiguiéndolo; una forma de asedio. Conoce cada una de las cosas que va a encontrar: a un par de cuadras ya se observa el cartel blanco y rojo de otro supermercado, el mismo de siempre.

Lugar para leerlo BARES