martes, 24 de septiembre de 2013

Sobre Flush de Virginia Woolf



Esta es la edición en la que leí Flush, con un  estudio preliminar de Sergio Pitol (escritor y traductor mexicano que a través de este prólogo nos puede caer muy bien). Flush es el nombre de un perro, del perro de una poeta inglesa de la era victoriana, Elizabeth Barrett  Browning, que andaba enferma. Pero la presencia de la poeta es solamente una referencia -aunque preciosa- para seguir la vida de Flush. Virginia escribió su historia terminando Las olas y aún la seguía escribiendo cuando ya tenía listo el esquema general de Los años. Fue como un descanso, como un divertimento. Ese tipo de obras, consideradas menores, obra entre obras, obra paralela, me suelen gustar, hay algo despreocupado -no del todo, claro-, un deseo realizado de  inmediato de escribir sobre eso, que no es seguramente el mismo ánimo  que se tiene remando en el medio de una novela. Es el recreo de la escritura. Hablar de V.W. es medio en vano, ya se ha hablado tanto... A mí me encanta, leída así como la leí, en ediciones de bolsillo, o traducida por un mejicano o un español. Mientras se lee se va haciendo una traducción al porteño, al tucumano, o al chileno, a lo que nos sea más familiar, y eso también está bueno, es como un juego y exige un accionar de reescritura que siempre me gustó llevar en la lectura. Por ejemplo cuando leo naricilla, pienso naricita. Y a veces me detengo un rato en una frase tratando de reescribirla mejor. No sé al fin y al cabo si esa V. W. que yo leí, que sé que me gusta y que podría describir muy suelta de cuerpo, es la verdadera o si es una sólo mía, hecha de una obra traducida por distintos hispano parlantes, y reescrita en el pensamiento, corregida tal vez por mí, pero no me importa, la experiencia Woolf es importante en mi vida de lectora y de cancionera y colaboró con mi ánimo y con mi escritura, con mi comprensión e incomprensión del mundo. A pesar de todo, del tiempo que nos separó, del idioma, de la situación socio cultural y económica distinta, de todas las enormes y pequeñas diferencias y del hecho de haberla leído en traducciones, yo la sentí muy cerca, y sé de lo que habla, porque a través de todos estos velos una voz se distingue como el canto de un pájaro. Lo demás son estudios literarios, disecciones, que necesitan más contacto directo, más pinzas para agarrar el material de análisis. Y está muy bien que así sea.

martes, 17 de septiembre de 2013

Gente que lee en transportes y bares (y que yo ví) ultimamente












Sobre Cuaderno de Pripyat, de Carlos Ríos (Entropía)



La novela de Carlos Ríos, Cuaderno de Pripyat, nos propone desde el comienzo el interés por la escenografía real en la que sitúa a sus personajes: el paisaje de lo que quedó de la ciudad de Pripyat después del accidente de Chernobyl. Al empezar nomás uno quiere salir para leer historia y poder volver rápido con otra mirada.
¿Qué importa cuánto de real y cuánto de ficción hay en una novela? En este caso importa mucho, porque saber sobre Chernobyl y Pripyat hoy,  toda esa escenografía extraña en la que planta Ríos su ficción, afecta la lectura. Si uno cree que es una construcción al estilo de la ciencia ficción puede suponer una intención metafórica en las imágenes que no es tal, en todo caso será un fondo armónico de todas las anotaciones de este cuaderno. Al saber que ese lugar existe, que muchos de los términos que aparecen existen y el protagonista es un ser probable atravesando una realidad no tan disparatada, pierde importancia el virtuosismo de la "construcción de un mundo". Despejamos así un atractor de atención importante para desplazarla hacia otra cuestión: la búsqueda del origen del desmembramiento familiar. Un desmembramiento que constituye al ser.  El protagonista vuelve adonde perdió todo, al lugar de la destrucción de la que sobrevivió siendo bebé, y  en ese camino -viaja para hacer un documental- realiza otro descubrimiento: finalmente una familia se compone de aquellas personas que se convierten en los afectos reales, con los que comparte la vida. Y todos somos producto de un desmembramiento ya que la formación de una nueva familia es como un desprendimiento de la anterior, cuando los padres eran hijos. Por esto y la primera razón (la de la consulta a la historia real de Chernobyl)  la novela de Ríos es doblemente didáctica casi como a pesar suyo, como consecuencia de su poética. Su escritura tiene momentos plegadizos que como accidentes en la corteza muestran magmas profundos por los que baja unos peldaños para hacer unas tomas (para el documental). Ya en la novela anterior,  que en realidad es en escritura la posterior (fue publicada primero Manigua, pero Cuadernos.. fue antes) se advierte la misma preocupación. Pero esto lo sé por el autor, que me lo comentó, yo todavía no leí Manigua; y también lo dice con sus palabras Manuel Quaranta en sendas reseñas de ambas novelas. Acá les dejo el link: reseñas de las dos novelas por M. Quaranta
El formato de cuaderno es inquieto, allí la escritura parece sobrevolar como se sobrevuela en los cuadernos de viaje, entre la soledad que nos arrastra a la compañía de las propias palabras -planeo sostenido- hasta la anotación fugaz que después no entendemos del todo a qué se refería, como también ocurre en las anotaciones de los sueños -vuelo en picada o a veces rasante-.

lunes, 29 de julio de 2013

Sobre "Cómo usar un cuchillo" de Fernanda García Lao


Había leído Muerta de hambre por recomendación de una amiga, es una novela de Lao. Muy buena pero tardé mucho en leerla, tal vez por no ser un buen momento de lectura mío, pero lo terminé y me sorprendió, es una escritura muy densa, rápida, lacerante, donde el personaje que lleva la voz cantante tiene una visión desquiciada y penosa sobre sí misma y el mundo. Eso es lo sorprendente, que no afloja esa visión, la sostiene sin quebrar nunca. Lao nació en Mendoza pero vivió desde chica en España porque sus padres estuvieron exiliados, allí estudió. Y acá siguió estudiando, pero teatro. De ese interés surgieron las obras dramáticas que escribió.
Esta vez se trata de un libro de cuentos donde los personajes femeninos y masculinos adquieren la voz del yo con naturalidad histriónica, y diferenciándose. Pero las situaciones a las que se encuentran sometidos por su propia decisión o por obra de la mala suerte siguen siendo igual de penosas y desesperantes que las de Muerta de hambre. Ella dice que le gusta alejarse del realismo, que prefiere inventar mundos exagerados y afectados antes que dar cuenta de la cotidianidad y simpleza de la vida, retratando momentos cualquiera o intrascendentes. No son estas sus palabras sino lo que recuerdo haberle oído decir en alguna entrevista filmada, pero es el concepto que claramente se ve en los cuentos. Claro que tampoco se trata de literatura fantástica, estos inventos parecen bastante posibles, bastante concebibles como parte de una conciencia humana que podría leer todo de esa manera, de hecho todos conocemos esos estados alterados, afectados, que funcionan como filtros poderosos y la realidad misma se distorsiona o se revela, quién sabe, en su expresión más negra a través de su cristal. Todo esto resulta en una especie de humor particular, ya que me he encontrado riendo a partir de estos asesinos o suicidas según la ocasión, que dicen cosas como : "Me he acostado con la desgracia pero no suelo comentarlo" y cosas por el estilo...

Para leer en transportes públicos o colas de banco.

Sobre "La ley tu ley" de Juana Bignozzi


Desde la primera línea que leí de un poema de Bignozzi quedé atrapada. Dicen los que no son muy lectores de poesía, que les "cuesta entrar" a la poesía.  Para todos aquellos que suelen hacer ese tipo de comentarios recomiendo la poesía de Juana Bignozzi porque estamos adentro desde el comienzo. Ella nos ignora pero nos ignora tanto que podemos seguirla de cerca, de cerquísima, adivinando las escenas que sugieren sus versos sin puntuación, yendo al ritmo natural de la lengua, que es lo que declara buscar y encuentra, ya en los primeros poemas de esta obra reunida. Juana se crió en un hogar de obreros anarquistas, que valoraban la cultura por sobre todo. Leían, estudiaban en las bibliotecas después del trabajo, iban a la ópera. Dice que de adolescente no quería saber más nada de la ópera de tanto que la había escuchado en la casa o en las visitas al Colón. Vivió muchos años en Barcelona, desde la muerte de Perón hasta el 2004 cuando regresó. Tiene amigos que son jóvenes poetas. Dice que en aquellos días de su juventud había cinco poetas en cada esquina de la calle Corrientes, pero antes no tenían tanta visibilidad, que no les hacían notas ni nada, salvo en alguna revista literaria. Perteneció en un comienzo al grupo de poesía "Pan duro" donde también estaba Juan Gelman, pero luego se abrió. No le interesaba el costumbrismo o la melancolía de antaño que ejemplifica cuando dice "poemas sobre el último tranvía". Sus poemas muchas veces dicen mis amigos esto y lo otro, creo que es donde me atrapa. Pero también cuando aparecen el padre, la madre, y sus enemigos. Aparecen pintores, nombres de ciudades, son siempre como réplicas en un diálogo medio picado con algo o con alguien de quien nunca sabremos qué opina o qué le está diciendo a ella. Eso me atrapa también. Esa sensación de que hay enojos, afirmaciones, resignaciones, amenazas. Hay alguien, hay personas  para las que parecen estar dedicados los poemas, de tal manera escritos, de tal manera enunciados que se vuleven nuestro propio pensamiento enseguida.

miércoles, 10 de julio de 2013

Sobre el documental "El jardín secreto" vida y poesía de Diana Bellessi

Durante julio 2013, de jueves a domingo proyectan en el Cosmos un documental sobre la poeta santafecina que vale la pena ver. 
Acá, un poema de Irene Gruss donde le habla a Diana:
El jardín
¿Estás cansada del viaje, Diana?
¿Dejaste las valijas y te asomaste a ver el sol
en tu jardín, fuiste allí
rápidamente, pausadamente?
¿Echaste una ojeada a las plantas
o mirás cada una, sabiéndola,
descubriéndola, cuidás
tu jardín, hablás, cantás con
la regadera en la mano?
¿Estás cansada de vuelta del viaje,
Diana? ¿Estás contenta?
¿Alguien te acarició, jugó otra vez
con tu melena de fénix,
te besó los párpados
como quien desea tocar
una mirada así de azul, de gris
según el tiempo? ¿Fuiste feliz,
Diana? ¿Intenso y duro, el viaje?
¿Acomodaste la cabeza en el asiento del avión?,
¿descansaste?
¿Estás repleta de memoria, de sentidos
por el viaje, Diana?
¿Comerías conmigo para contarme?
¿Pasaste hambre en la estadía,
Diana, pasaste hambre?
¿Te embriagaste? ¿En algún momento
llegaste a marearte por el viaje?
¿En algún momento, sentiste
esa nada en la boca
del estómago, ahí donde dicen que
está el alma? ¿Llenaste
con qué esa nada, con la gente,
con las cosas, tuviste
necesidad? ¿Observaste
la vida tranquila? ¿Así, como te veo
ahora, calma
y sabihonda? ¿Conociste
la muerte en el viaje,
Diana? ¿Te asustó, la asustaste?
¿Trajiste fotos, postales,
documentos?, ¿abrazaste a
muchos, te abrazaron?
¿Gozaste, tradujiste el amor
loca de deseo? ¿Hablaste demasiado, callaste
demasiado? ¿Por qué
estás diciéndome
que escribir es lo único
que tenemos? ¿Estás
cansada, es por eso, porque
estás cansada del viaje? ¿Querés
dormir, recostarte en un hombro,
querés reír, llorar un
poco? ¿Acaso el viaje mismo
no te consuela,
Diana? ¿No es como el tacto
de otra mano, no lo es, verdad?
¿Comerías conmigo para
contarme?
¿Ya floreció la rosa
en tu jardín? ¿Es tan bella?
¿Los pétalos reventaron
plenos de vida, la vida es
púrpura después de un viaje,
Diana,
es así? 



sábado, 6 de julio de 2013

Sobre "Retrato de un artista cachorro" de Dylan Thomas



Cómo me gusta este conjunto de relatos  que se enfocan en los primeros años, infancia, adolescencia y primerísima juventud del escritor galés, entre lo autobiográfico y la ficción. Las primeras experiencias amorosas, el ambiente rural, las necesidades de la gente del pueblo, las salidas a la ciudad más cercana, cuando se produce el aprendizaje de este poeta naciente. Son momentos en los que, a través de ciertos flashes intensos, puede llegar a percibirse una especie de supraconciencia del ser -una amplificación sin sustancias exógenas- . Suele darse en el contacto con la naturaleza, en medio de un juego, en la soledad completa o a veces con amigos.

Aquí lo explica muy bien, Thomas, en un párrafo del primer cuento del libro, "Los duraznos":


"Sentí todo mi cuerpo joven como un animal agitado que me rodeara, sentí el escozor de las rodillas hincadas, el corazón alborotado; el largo calor entre las piernas, el sudor ardiéndome en las manos,
los túneles que se hundían en mis oídos, las bolitas de roña entre los dedos del pié, los ojos en sus órbitas, la voz retenida, el galopar de la sangre, los recuerdos que volaban a mi alrededor y dentro de mí, tensos, atentos, esperando el instante para saltar.
Allí, jugando a los indios, tuve conciencia de mí mismo en el centro exacto de una historia viva, y mi cuerpo era mi aventura y mi nombre. Salté, excitado, y otra vez trepé a empujones por entre los espinos desgarrantes".

Dylan Thomas tiene muchos fanáticos, es uno de esos autores que inspiraron a artistas de todas partes y épocas. Uno de ellos es Bob Dylan, el poeta músico estadounidense, quien tomó su nombre como apellido artístico. 

Hay un libro que también editó en su momento Fabril editora "Yo conocí a Dylan Thomas" de John Malcolm Brinnin que estuvo cerca del poeta sus últimos años organizándole giras y viviendo esa aventura. Pueden escucharse en You tube algunas de las interpretaciones hipnóticas que hacía de su obra.
Hasta 2003 se creyó que el poeta había muerto debido al alcoholismo pero en la biografía "Dylan recordado 1935-1953" se afirma que el poeta tenía neumonía. Le contó a un amigo que tenía una sensación de asfixia y el médico creyó que era un delirio de alcohol por lo que le aplicó tres dosis de morfina , que empeoraron su respiración. A la tercera Dylan se puso morado y entró en coma para siempre.

Hay una película con Richard Burton, pero no la ví, ya me dispongo a conseguirla.


Sobre "El fin del sexo y otras mentiras" de María Moreno




Una enciclopedia desplegable sobre temas enormes arrasados, ya arrasados por los saberes, intratables por eso mismo o por lo terminal del asunto. Los restos de las cosas o la lupa de una gran curiosa puesta por ahí, porque anduvo mirando, probando, viendo y pensando. Por ejemplo, entra a un chat room y prueba de qué se trata, allá por los principios de los tiempos del chat y del siglo 21, y se manda un ensayo sobre el lenguaje, el erotismo, la escritura y demás. En otros exalta la mugre, cuestiona la mala prensa de la mantis religiosa, plantea el kitsch peronista, la tortura como pornografía, se para enfrente del feminismo proletario. El pensamiento de María Moreno tiene algo de elaboración a la vista, provoca esa fascinación, una quiere ver cómo hace para que le salgan tan bien, y encima siempre tan únicas, esas unidades ensayísticas.  Y nos lo muestra generosamente haciendo gala de su enorme habilidad, de su inteligencia, incluso de su oficio. Ella lo tiene, se dice periodista más que escritora. Aunque "lejos de la sangre de la portada".  El ensayo puede partir de querer exaltar o defenestrar algo como una tentación escribiente de encontrar defectos en lo que siempre se festeja y la de hacer visible las virtudes ignoradas de algo, uno de los procedimientos que nos muestra la fuerza naciente del impulso de escribir, vemos como a partir de un tema se enciende la mecha de la diatriba o la defensa y la podemos ver correr hacia el teclado para desplegar todos los argumentos, preguntas, adjetivos, comparaciones, y todas sus lecturas asimiladas en su razonamiento pero reformadas para aplicarlas con estilo. Son sus armas intelectuales, intervenidas o rearmadas, combinando partes, las imagino como esas que se arman en la cárcel, un filo de Lacan, un mango de Irigaray y Cixus, unidos por una cinta de las voces de esos radioteatros que escuchaba de chica y que, cuenta en alguna entrevista, la introdujeron al modernismo. Imperdibles estos ensayos, leyéndolos se aprende, se ríe, se dialoga con ella como si anduviésemos caminado, mirando y ensayando todo.


¿Leyeron alguna vez la definición de Miguel de Montaigne de lo que es un ensayo para él?: 

"Es el juicio un instrumento necesario en el examen de toda clase de asuntos, por eso yo lo ejercito en toda ocasión en estos ensayos. Si se trata de una materia que no entiendo, con mayor razón me sirvo de él, sondeando el vado desde lejos; y luego, si lo encuentro demasiado profundo para mi estatura, me detengo en la orilla. El convencimiento de no poder ir más allá es un signo del valor del juicio, y de los de mayor consideración. A veces imagino dar cuerpo a un asunto baladí e insignificante, buscando en qué apoyarlo y consolidarlo; otras, mis reflexiones pasan a un asunto noble y discutido en el que nada nuevo puede hallarse, puesto que el camino está tan trillado que no hay más recurso que seguir la pista que otros recorrieron. En los primeros el juicio se encuentra como a sus anchas, escoge el camino que mejor se le antoja, y entre mil senderos decide que éste o aquél son los más convenientes. Elijo al azar el primer argumento. Todos para mí son igualmente buenos y nunca me propongo agotarlos, porque a ninguno contemplo por entero: no declaran otro tanto quienes nos prometen tratar todos los aspectos de las cosas. De cien miembros y rostros que tiene cada cosa, escojo uno, ya para acariciarlo, ya para desflorarlo y a veces para penetrar hasta el hueso. Reflexiono sobre las cosas, no con amplitud sino con toda la profundidad de que soy capaz, y las más de las veces me gusta examinarlas por su aspecto más inusitado. Me atrevería a tratar a fondo alguna materia si me conociera menos y me engañara sobre mi impotencia. Soltando aquí una frase, allá otra, como partes separadas del conjunto, desviadas, sin designio ni plan, no se espera de mí que lo haga bien ni que me concentre en mí mismo. Varío cuando me place y me entrego a la duda y a la incertidumbre, y a mi manera habitual que es la ignorancia" 

Sobre "Salisbury" de Fabio Kacero y la literatura fantástica



Mi profesora de literatura de la secundaria, Ana María,  nos pidió la "Antología de la literatura fantástica argentina, Narradores del siglo XX" de Kapeluz. Analizamos cuentos fantásticos de Bioy Casares, Cortázar, Borges,  Ocampo, Denevi, Mujica Lainez, Bonomini. A mí ya me gustaba leer, es cierto, pero esto fue un envión importante. Me fascinaron por razones que recuerdo claramente: la particular forma de plantear la cuestión de cada autor, que eran argentinos y estaban vivos y los datos locales como nombres de calles o de ciudades que yo conocía, ese tipo de cosas, elementos para contar algo que se volvía universal. De uno de ellos aún conservo extrañas imágenes, muy vívidas, que después relacioné con otras lecturas como quien recicla escenografías mentales: "Los novicios de Lerna" de Bonomini. Años más tarde, cuando leí "La montaña mágica" de Thomas Mann, ubiqué  a algunos de los pacientes en esas habitaciones.  Enseguida me compré la "Antología de la literatura fantástica" de Ocampo/Borges/ Bioy donde había cuentos de  Chesterton, Cocteau, Petronio, Poe, en fin, de todo el mundo y de todas las épocas. Acá está el link del pdf  http://losdependientes.com.ar/uploads/4dfw3todtt.pdf. Allí mismo está ese cuento, citado tantas veces como ejemplo de cuento breve, "El Sueño de la mariposa", del filósofo chino: Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu. Del libro de Chuang Tzu (300 A.C.)
Rodolfo Walsh compiló una serie buenísima de relatos universales con un criterio similar en 1956. Hay tres tomos de Edicial, yo tengo esos, los encontré usados, impecables y regalados, aunque la primera edición es de Hachette y se cotiza alto.

Antologia De Literatura Fantastica Argentina


Fabio Kacero, artista plástico argentino de quién conocía parte de su obra visual pero no imaginaba escritor, aunque tiene publicaciones anteriores en ediciones limitadas,  publicó este año en Mansalva  "Salisbury" y me emocionó encontrar una exquisita colección de relatos que inmediatamente asocié a esas lecturas de la adolescencia, pero literatura recién hecha, de hoy. Con una escritura directa y precisa, una concentración en el cuento en sí, que nos permite a su vez contar sus cuentos con nuestras palabras a otros. Sí, son cuentos que se pueden contar, no siempre ocurre. Con referencias a lugares, situaciones y gestos reconocibles crea esa atmósfera familiar y la verosimilitud necesaria para implantar de repente, con naturalidad, máquinas del tiempo, barnices mágicos, y otros deslices improbables, consiguiendo un grupo de relatos dignos de integrar la colección del siglo XXI, renovando el género fantástico, actualizándolo intensamente y a la vez sin dejar de hacer honor a la tradición de aquellos cuentistas del siglo anterior.

miércoles, 12 de junio de 2013

Sobre la colección de Fanzines Resistencia de Patricia Pietrafesa

http://resistenciazinepunk.blogspot.com.ar/

Antes que fuera posible tipear en una computadora y subir a la red un texto, una foto o un video como si nada, la existencia de publicaciones gráficas under como los fanzines, o años antes las revistas subte, era uno de los pocos medios que tenía un movimiento contracultural, en este caso el del punk-rock, para establecer redes, informarse, expresar una opinión o una interrogación. Quienes se sentían disconformes con ciertos aspectos de la cultura establecida y aceptada  por la sociedad, como cuenta Pilar Arrese que le pasaba en su adolescencia, hoy compañera de bandas de la editora de "Resistencia", sufrían el aislamiento de no compartir con nadie ni su enojo ni sus intereses o no encontraban  lo que les interesara por no tener referentes cercanos. Ahí leería Pilar por primera vez sobre la verdadera cara del "Descubrimiento de América" cuando en la escuela todavía se festejaba el 12 de octubre como "El día de la raza", por ejemplo, o de los casos de represión policial que en democracia se seguían cometiendo. Gracias a la lectura del fanzine empezó a ir a la biblioteca anarquista José Ingenieros en Villa Crespo, y así muchos jóvenes leyeron aquellos números enterándose de sus derechos si los agarraba la policía, de lo que pensaban los músicos de las bandas de punk rock que seguían, de vegetarianismo, de feminismo, de las manifestaciones autorganizadas -una de ellas contra la instalación de la cadena Mc Donalds- y también encontraban comentarios sobre libros, películas (a cargo de Marcelo Pocavida), reseñas sobre otros fanzines, etc...

Patricia Pietrafesa, ideóloga y bajista de dos bandas de la escena punk rock, Sentimiento incontrolable y Cadáveres de niños, hoy lo es de She Devils y las Kumbia Queers. La idea de hacer un libro con los Fanzines Resistencia que se publicaron entre 1984 y el 2001 era dejar testimonio de este aporte  a la cultura punk rock subterránea, antes que aquellas fotocopias se destruyan o se pierdan. Este libro tiene múltiples lecturas posibles, se me ocurren algunas: la del investigador que rastrea, para hacer una historia de las ideas, la del que vivió esas épocas y lo mira como álbum de recuerdos o diario de su propia vida, la del que no tiene ni idea de qué se trata nada y entra por primera vez al mundo de los fanzines de curioso nomás, la del adolescente de hoy que aún con internet al alcance de la mano tiene la mitad del trabajo hecho con esta recopilación que lo introducirá a un enfoque cuestionador del orden establecido..

viernes, 7 de junio de 2013

Sobre Juan L. Ortiz


Diapositivas digitalizadas: Solidario Romero, fotos tomadas en película para diapositivas con una cámara Ricoh de 35 mm, reflex, a través del objetivo, probablemente de 1972.  Algunas tomas son en el porch de la casa de Juan. Otras son sectores del Parque Urquiza, justo enfrente de la casa de Juan y Gerarda, cruzando apenas la calle.
Atención de la poeta María Elena Barbieri (http://www.autoresdeconcordia.com.ar/articulos.php?idArticulo=783)

Juan Laurentino Ortiz, Juanele para muchos, nació en 1896 en Puerto Ruiz, en el partido de Gualeguay, Entre Ríos. Allí se encuentra aún su casa natal sobreviviendo a la creciente impiadosa del río Gualeguay, al igual que lo hacen los habitantes de ese lugar, en su mayoría pescadores. Puerto Ruiz supo ser un señor puerto cuando nació el poeta, barcos grandes y tren a Gualeguay (Ferrocarril Primer Entrerriano) , mucho movimiento, nada que ver con el Puerto Ruiz de hoy que la pelea solo. Al poco tiempo la familia se traslada a la zona de la selva de Montiel, más al centro de la provincia donde su padre es capataz en una estancia. Pero vuelve a la zona natal todavía niño. Fue ese el entorno, esos los elementos, ese río, esa vegetación, esa gente, los que conformaron el alfabeto de imágenes literarias que hablarían en sus poemas. Breve su paso por Buenos Aires le alcanzó para estudios libres en Filosofía y Letras, compartir lecturas y hacer amigos en el ambiente literario. El ideario socialista lo atrajo, -celebró la revolución rusa- y marcó tal vez un pensamiento siempre atento a las preocupaciones de los desprotegidos,  a la injusticia, a las desigualdades, y aunque nunca militó ni se inscribió en ningún partido político ni movimiento literario, siempre expresó sus opiniones, contra el nazismo o el asesinato de Lorca, por ejemplo. Con el golpe del 55 fue encarcelado pero peor aún fue la devastadora quema de sus libros durante la última dictadura militar, entre tantos otros autores y títulos que se destruyeron.
Su poesía está atravesada por ese carácter social, por la indagación filosófica y por el entorno del paisaje. Pero, como dijo Saer, no es una exclamación lo que le provoca ese paisaje sino ganas de preguntarle. Enigma y belleza. Juanele no renunció a nada  y consiguió que su poesía sea localista y universal, comprometida con la gente, revolucionaria, y a la vez íntima. Cotidiana y metafísica. Esa integración de los aparentes opuestos, tal vez sea uno de las grandes observaciones y experiencias que nos llegan a través de esta poesía que se piensa a sí misma y nos recuerda que es de todos. Leer sus poemas y vivir después, aunque sea un tiempo, así...


Sí, mi amiga, estamos bien, pero tiemblo
a pesar de esas llamas dulces contra Junio...

Estamos bien... sí...
Miro una danzarina en su martirio, es cierto,
con los locos brazos, ay, negando la ceniza
y el crepúsculo íntimo...

Estamos bien... Cummings que se va, muy pálido,
al país que nunca ha recorrido,
mientras Debussy enciende el suyo, submarino...

Estamos bien... Pero tiemblo, mi amiga, de la lluvia
que trae más agudamente aún la noche
para las preguntas que se han tendido como ramas
a lo largo de la pesadilla de la luz,
con la vara que sabes y la arpillera que sabes,
en las puertas mismas, quizás, de la poesía y de la música...

Estamos bien, sí mi amiga, pero tiemblo de un crimen...

Cuándo, cuándo, mi amiga, junto a las mismas bailarinas del fuego,
cuándo, cuándo, el amor no tendrá frío?
.

para encontrar libros y revistas

Este sábado 8 de junio de 2013 tenemos el agrado de invitarlos a la inauguración de Agatha costure. La hora: 19 La dirección: Gurruchaga 301 y Padilla.
Al participar de este evento podrán participar de uno más. La feria del libro independiente LA SENSACIÓN que se realizará en colacboración de Agatha y la librería la internacional Argentina (están ambos locales a pasitos de distancia física y afectiva). Editoriales de renombre como Vox, Blatt y Ríos, Caja negra, Mansalva, entre otras ofrecerán sus productos con descuentos para no dejar pasar. Así también revistas destacadas como Mansilla (entre otras) también estarán presentes. Del editor al lector, del autor al editor y al lector. La fiesta de las letras en frases bien compuestas!
Los esperamos
Agatha costure

miércoles, 5 de junio de 2013

Sobre "MI libro enterrado" de Mauro Libertella


                                                           Foto tomada por Marcelo Zanelli en su casa, junio 2013
Héctor Libertella se encierra en su departamento a escribir hasta morir. A los cuatro años de esa muerte, su hijo, Mauro Libertella empieza el relato de lo que fueron los últimos días, un relato que hace llorar a cada página, un llanto de emoción pura, un llanto bueno, porque todo lo que va contando Mauro, sin ahorrar detalles pero con suavidad y entereza, es digno de ser llorado. Como algo perdido y a la vez ganado. La relación con su padre y la escritura, la relación de ambos con la escritura. Vemos a Héctor a través de Mauro pero adivinamos a Mauro a través del Héctor que lo mira y es mirado por él. 
El hijo escritor recibe la muerte de su padre a los 23, la misma edad en que el padre recibió el premio Paidós, un premio importante por una novela.  Ya a  los 13 había escrito una, la había encuadernado e ilustrado él mismo.  "Esa precocidad era una bestia que me corría por atrás y me apuraba" escribe Mauro. Mi libro enterrado es una increíble experiencia de lectura, porque si bien siempre es una experiencia leer, claro, nunca viví nada parecido a esto, la capacidad de tocarnos de esta escritura tranquila e intensa  es asombrosa,  pienso en uno de esos ríos que van correntosos y parejos y parecen una cinta trasportadora hecha de agua o una tela apenas ondulada por el viento. De pronto caemos en él y nos lleva a ver su caudal interno, su caudal completo en una zambullida corta de 77 páginas ( no se pueden parar de leer hasta terminar) y salimos transformados.
iba a transcribir unos fragmentos pero luego de hacerlo siento que es recortar algo que no se puede recortar de ninguna manera, es un solo cuerpo de principio a fin, sólo me permito esta cita de cita, donde habla Héctor: "Etimológicamente, Libertella quiere decir libro para la tierra. Ese es el libro que riego todos los días".
Un libro para llorar, así se lo entrega, así me lo dieron, así se los presento y eso es bueno, es una celebración de lágrimas vivas.

viernes, 31 de mayo de 2013

Sobre Felisberto Hernández



Y le vuelvo a insistir a Gonzalo Delgado, amigo uruguayo, ¿pero cómo es Felisberto Hernández para los uruguayos? ¿qué lugar ocupa? ¿como qué escritor para nosotros? ¿está en los textos escolares? y nada, no me dice, piensa, piensa y dice no sé. Es que la particularidad de este escritor no admite comparaciones, es evidente y por lo visto no tenemos uno así pero porque no hay en el mundo uno equiparable. Ya lo dijo Italo Calvino al prologar una compilación de sus obras en italiano, con otras palabras: no se parece a nadie de allá, ni a nadie de acá y cuando lo abordamos es inconfundible. También dice que es un "francotirador". Me gusta esta foto porque se lo ve al lado de un afiche de uno de sus conciertos -también era pianista- en Buenos Aires. Fue un hombre de la primera mitad del siglo 20, nació en 1902 y murió en el 64.  De muy jovencito empezó a trabajar haciendo la musicalización en vivo de cine mudo. También fue compositor y daba conciertos tanto en Uruguay como en Argentina. Iba por el interior de gira y a partir de ese estado de suspensión que son los tiempos entre concierto y concierto, en hoteles, pensiones, bares, invitaciones a comer a casa, escribió sus novelas y cuentos que relevan los elementos altisonantes de estas experiencias en una especie de estado alucinatorio donde se quiebra la lógica de la realidad y lo extraño, lo absurdo, lo inquietante se manifiestan. Tuvo seis matrimonios, uno de ellos con una espía rusa!, y sobre esta cuestión de su vida amorosa se han escrito un par de libros, uno de ellos por una de sus amigas íntimas Paulina Medeiros, y sobre el asunto de la espía, escribió Alicia Dujovne Ortiz. Hay ahora una edición de la editorial Eterna cadencia.



Para acompañar la lectura de Felisberto y saltar de un tipo de gira a otro , quiero recomendar la lectura cruzada con "De gira con los Ramones", escrito por el road manager, donde relata con lujo de detalles y mucho material gráfico como entradas, posters, plantas de sonido,  su experiencia organizando y llevando adelante el caos mismo que significaba la combinación de estas personalidades de una diferencia estridente: Joey el artista, el sensible, el puro, el frágil; Johnny el rigor, la derecha, el empecinamiento, la dureza, el que instaló el sistema ramones en todo sentido, como funcionamiento, como tocar la guitarra; Dee Dee,  apasionado y loco siempre al borde fue el más productivo musicalmente, fuera de los Ramones. Conoce una chica de 15 años, argentina, Barbara Zampini, del sur bonaerense, con quien toca y vive hasta su muerte, y Marky, que tocaba con ellos y fue el segundo batero de la banda.
Cuenta Bárbara en una entrevista:

¿Qué cosas aprendiste de él? 
—De todo. El fue mi secundaria, mi universidad... Aprendí a ser más abierta. El, que era el rey de los punks, me hacía escuchar a los Stones, a Jimi Hendrix. El sábado fui a ver a los Attaque, que estuvo bárbaro y había un montón de pendejitos gritando "el que no salta es un stone". ¡Cualquiera! 

—¿Cómo veías, desde tu cercanía, todo las historias acerca de que los Ramones estaban peleados? 
—...Y, muy cercanos no estaban. Pero se querían. Había posibilidades de que se reunieran pero se murió Joey y todo se fue a la mierda. 

—El domingo tocás con una banda que se llama Fuck You (ver agenda). ¿Hace mucho que no tocabas?
—Y, desde la muerte de Dee Dee... casi dos años. Bah, lo acompañé a CJ Ramone a una gira por Japón, pero canté dos temas y chau. Algún tema de Ramones vamos a hacer, si no, me cagan a botellazos. Quiero estar bien... Todavía me dura el bajón pero no puedo ser una viuda de por vida a los 24 años. 

—¿Cómo viste las cosas a tu regreso? 
— Me la habían pintado de terror, pero parece que la gente se esfuerza por pasarla bien. ¡Allá son todos unos amargos! Aparte me encontré con mis hermanitos, que eran re-chiquitos, crecidos, irreconocibles. 

—¿Ellos también escuchan Ramones? 
—¿Quién no escucha Ramones? 

PARA LEER DE VIAJE, LOS DOS
( LOS RAMONES EN EL BAÑO TAMBIÉN IDEAL)

martes, 28 de mayo de 2013

Sobre "El libro de las criaturas que duermen a nuestro lado"



Esta compilación es un tesoro, una obra de lector a lector, lectores poetas en este caso, Teresa y Arturo, que han escrito juntos un libro usando las voces de la literatura y las han invitado a conversar entre sí y con nosotros, un libro que es el ejemplo de una lectura que escribe leyendo transversalmente  textos de distintas épocas y lugares, levantando como un imán apreciaciones y sentires sobre los que duermen y los que miran dormir. Y todo lo recolectaron estos lectores a su paso devorador de ideas y palabras para mostrárnoslo a nosotros, otros lectores.
Una clasificación preciosa agrupa los textos en durmientes de todo tipo: glotones de dormición, dormidos entre lilas, durmientes lejanos, cercanos, fingidores del dormir.
Una lectura para atrapar en cualquier momento, para abrir en cualquier parte, escapa de la linealidad, a veces poema, a veces ensayo, a veces narración, fragmentos que se vuelven la unidad de otro tejido.
Djuna Barnes, Patti Smith, Safo, Kawabata (no podía faltar con su "la casa de las bellas durmientes"), Lezama Lima, Navokov, Machado, Melville, Duras, Di Giorgio, Apollinaire,  Bachelard y muchos más, han encontrado nuestros poetas, los han pescado hablando de esto, de mirar dormir, de los placeres del dormir, de esa parte de nuestra vida en la que no estamos acá.
Además, un artefacto degustador de autores y obras, porque a partir de lo que leemos en este libro podemos descubrir la obra completa de la que el fragmento es parte u otras obras si nos interesó el autor o autora y nunca habíamos leído nada de ellos.

Un collage de algunos textos, sin referencias, para probar:

Qué pasa durante la noche?
en general dormimos
quien no duerme no puede permanecer despierto
hay que dormir es la consigna que se da  a sí misma la conciencia
la capacidad de retirarnos del ruido cotidiano
de la preocupación cotidiana, de todas las cosas, de nosotros e incluso del vacío,
 es el signo de nuestro dominio
Este mandato de renunciar es una de las primeras reglas del día
Dormir, antes que soñar, es esa permanencia que nos sostiene en un paraíso donde todo se vuelve valorable
No bien entramos en el sueño el espacio se amortigua y se duerme
se duerme un poco antes que nosotros
nos acordamos de nuestros sueños pero no nos acordamos de nuestro dormir
allí donde duermo me fijo y fijo el mundo
alli esta mi persona sin poder errar, no ya inestable, dispersa y distraída
sino concentrada en la estrechez de ese lugar donde estoy durmiendo

Los que duermen habitan mundo separados, los que están despiertos el mismo.
Hay durmientes fingidores y glotones de dormición, hay sonámbulos,
dormires divinos, dormidos entre lilas, durmientes lejanos y cercanos,
niños y animales que duermen
¿quién no ha visto a un perro que ladra dormido?
el milagro del reposo se produce de nuevo
entramos en una geometría diferente

PARA LEER ANTES DE DORMIR

sábado, 25 de mayo de 2013

Sobre "Cuadernos de lengua y literatura" de Mario Ortiz



Las cosas generan palabras, y las palabras generan cosas.
En los últimos tiempos el cuaderno y su familia se han multiplicado en  nuevas formas, tanto en la industria como en lo artesanal: cosido a mano, de papel reciclado, tapa  dura, sin renglones, los clásicos cuadriculados y rayados, y en distintos tamaños.
El cuaderno de papel es un artículo querido que renace y se suma a notebooks y tablets, diferenciándose.  No necesita batería, claro, pero su permanencia tal vez se deba a la pequeña revancha que significa tener un cuaderno fuera de la jurisdicción escolar para poder usarlo como queramos, o tal vez por la oportunidad que se inaugura  con cada cuaderno nuevo, la oportunidad de volver a empezar, de cambiar de tema, de agregar un tomo al diario, a la novela o ese cúmulo de pensamientos que parecerían desordenados y ahora se separan en distintos cuadernos tratando de clasificarse.
Pero muchas veces la clasificación se desdibuja y todos los cuadernos se transformarn en los distintos tomos de ese "un poco de todo lo que nos obsesiona". El cuaderno es agenda -futuro- y diario -recuerdo- a la vez,   representación material de lo que somos y de lo que qusimos ser, aprender, recordar y olvidar.
Anotamos para despreocuparnos de retener ese dato, pero también para  "ver" lo que pensamos y medirlo, juzgarlo y hacerlo posible.
El cuaderno, la libreta, el anotador, son el soporte de la huella y del plan a la vez.

En la literatura cada vez con más frecuencia  aparecen especies nuevas, aún no clasificadas, a las que los fanáticos de cada género querrán llevar para el suyo: poesía, ensayo, novela, pero que estrictamente no pertenecen a ninguna de esas categorías al menos que todas fueran redefinidas. Son a veces un conjunto de notas a partir de observaciones, un trazo de descripciones más o menos objetivas, fragmentos autobiográficos e históricos entretejidos, a veces, con fotografías, dibujos, poesía o una lección de filología, una charla con un amigo o la cita de algo escuchado al pasar. Cuadernos.

Mario Ortiz nació en Bahía Blanca en 1965 y es docente de literatura en los ámbitos secundario y universitario. Sus libros llevan el título general de "Cuadernos de lengua y literatura" y  esta edición recopila del volumen V al VII: "Al pie de la letra", "Crítica de la imaginación pura" y "Tratado de fitolinguistica". Su interés por la relación que mantenemos con las palabras y las cosas está presente en todos los tomos: ¿El lenguaje determina lo que pensamos?  ¿Nosotros determinamos al lenguaje?  ¿Qué cosas hacen las palabras con nosotros? se pregunta, y reflexiona, para celebración del lenguaje,acerca de cómo que en las palabras están la densidad social, las luchas políticas y los distintos significados que la política, la economía y la cultura les van imprimiendo.
Los cuadernos de Ortiz hacen desaparecer las fronteras genéricas, entramando hilos de ensayo, de poesía, de memorias, de historia, siempre a partir de la observación y la experiencia sensible, instalando una inquietud que desata en el lector deseos de hacer lo mismo que él hace. ¿Qué otra función les vamos a pedir a la literatura y a la poesía? hacer que el otro atraviese a su modo una experiencia propia.

Para leer en bares

miércoles, 22 de mayo de 2013

Sobre Fragmentos de un discurso amoroso



Quien más quien menos conoce este libro, al que no lo conoce y al que no lo leyó los invito a hojearlo aunque más no sea, o a tenerlo cerca por si alguna vez lo necesitan, porque el sujeto enamorado "quiere comprender..." y está solo, y en un momento ya no diferenciamos entre el discurso y el sujeto. A tal punto nos lleva el uso del yo que hace Barthes para poner en escenas fragmentadas este discurso al margen.

Pero no voy a hablar de Barthes ni del libro, que eso ya está, quiero contar cómo me encontré con Barthes, y como se relacionan las cosas y más abajo el link al pdf del libro para que lo prueben.

Mis Fragmentos de un discurso amoroso ( Roland Barthes)

La tía de un novio que tuve a los quince dejó, cuando murió, todos sus libros,  papeles de estudio y clases, en la casa de su hermana, la madre de este chico. Una parte de todo la tuvieron que quemar o tirar porque eran los años de la dictadura. Justo cuando la cosa se puso fea fea ella se enfermó y se fué de este mundo. Yo la llamaba la literata, pero su nombre era Hortensia, y no la conocí, ya no estaba cuando llegué a esa familia que yo identificaba como el siglo de las luces en mi vida. Aquella persona que quise sin que lo supiera, dejó en perfecto orden las fichas, los apuntes, las láminas enormes que me imagino utilizaba en las clases de Letras que daba en la universidad de los setenta. Fui yo la que empezó a sacar de a poco del placard de mi novio las cajas con todo ese valioso material. Y en sobres de papel madera escritos a mano se agrupaban las fichas. Entre ellas, una que todavía conservo: Análisis estructural del relato, Roland Barthes, un nombre que conocía por haberlo leído en alguno de los reportajes que inauguraban las enciclopedias Salvat, Grandes Temas, en el tomo de lingüistica y significación creo que era, ahora no lo tengo a mano. Me llamó la atención porque en la escuela me encantaba análisis literario, asi que mi primer acercamiento fue ese, leyendo las fichas que además estaban escritas en un código de abreviación que rápidamente aprendí y hoy sigo usando cuando quiero escribir muy rápido. Además recuerdo que estaban subrayadas con birome roja. Leía esas fichas como un religioso lee las escrituras sagradas, recuerdo la magia y devoción que me producían esos textos y la conexión que establecía con ellos. Algo como pensar que eran una obra en sí, una obra de arte, esos materiales, los veía como obra y pensaba siempre en cosas qué podría hacer con ellos. También había algo de leerlos como una oración, repasando muchas veces las nociones sin terminar de entender o creyendo entender algo creado por mí a partir de eso, como si fueran poesía. Había una lámina gigante de lo mismo y una de la morfología del cuento popular, de Propp, qué pegué en la pared de mi habitación. Para empatizar con Barthes también ayudaban las películas de Godard y de Antonioni que íbamos a ver al cine. Yo los imaginaba contemporáneos y como era más tarde, estábamos en 1980, me armaba el imaginario de un tiempo  en blanco y negro con contraste y definición, donde habían surgido esas ideas, las de Barthes y  que relacionaba también con los guiones de Alain Robbe Grillet, Margarite Duras, con la cara de Ana Karina, y también un puente con Pasolini,  y  todo lo incorporé de una manera fetichista, esos objetos, esas láminas, sobres, fichas, la letra manuscrita y armé una cultura fraccionada, caprichosa, que yo misma me administré y con la que me eduqué de una manera caprichosa sin exámenes, a mi modo, egoísta, sin ley, equívoca, sin exahustividad.
Todo eso es Barthes para mí y cuando llego al Barthes de los Fragmentos,  y al de La cámara lúcida, que ya son textos para los que no hay fichas hechas, ya no importa porque mi clase de teoría literaria terminó, y no fue una clase de eso solamente, fue una clase de arte, una clase de investigación, una clase de lo que queda cuando alguien hace algo con pasión y una clase de cómo transmitir algo sin ni siquiera estar ahí de cuerpo presente, sino a través de la escritura.

Cito a continuación algo del trabajo que no puedo creer acabo de encontrar en internet donde está mencionada Hortensia, "Teoría literaria: una primavera interrumpida en los años setenta" de Leonardo Funes Universidad de Buenos Aires IIBICRIT (SECRIT) - CONICET):

"Ejemplo de los cambios propuestos, la conformación del programa de la cátedra de Teoría Literaria I, a cargo de los profesores Octavio Prenz, Hortensia Lemos y Aníbal Ford vigente en 1974:
I. Concepto de cultura. Definición de objeto literario.
II. Consideración de modelos de análisis literario: el formalismo ruso, el estructuralismo, el grupo de Tel Quel; la crítica psicoanalítica y la crítica arquetípica; la crítica sociológica, política, histórica: la relación literatura y sociedad, la críticamarxista,sociología de la literatura (autor y público).
III. Literatura nacional y popular.
IV. Valoración de los modelos de análisis que resultan útiles para el estudio literario en el Tercer Mundo"



Acá Fragmentos de un discurso amoroso:  FRAGMENTOS
y un texto que publicó Alan Pauls en el 2002 sobre Barthes, este libro y demás.
 http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-117-2002-05-11.html

viernes, 17 de mayo de 2013

Sobre "Los itinerarios gastronómicos del capitán Cook"


Uno de esos libros que dan la sensación de haber sido comprados por kilo, remanentes de editoriales o distribuidoras, los marginales del negocio librero. La librería donde estaba es la Libertador, que hasta tiene su propia editorial que edita clásicos y los vende a precio muy bajo porque evita intermediarios, de la fábrica a la mesa de la librería. Le compré uno a una amiga que pensé lo iba a apreciar y otro para mí.
La autora, Juana Barría fue la finalista con este texto en un concurso de literatura gastronómica, el premio Sent Soví que se daba en Catalunia. El nombre del premio es por un libro de la edad media, el livre de Sent  Soví que se considera uno de los primeros libros conocidos de recetas, de autor anónimo, y es catalán. La universidad de Barcelona y una bodega eran los convocantes a este premio que parece no se hace más,al menos yo no encontré ninguna información después del año 2008. El primero lo dieron en 1998. Una década que justo se corresponde con un momento de holgura en España que luego terminó. Uno de los premios, por ejemplo, que me lleva a esa conclusión, además de la edición del libro, era una cena para dos personas con todo pago, en un restarurante de cualquier parte del mundo que eligiera el ganador.
En este caso "Los itinerarios gastronómicos del capitán Cook", es un libro de aventuras de exploración -los viajes reales del capitán Cook en el siglo XVIII- y de recetas al mismo tiempo, las recetas se pueden preparar, pocos ingredientes son difíciles de conseguir, pero se pueden reemplazar. Y si no las realizamos nunca no importa, al leer una receta uno tiene una especie de viaje sensorial de gusto y olfato que impregnará la lectura. Un par de personas que conozco, por distintas razones y sin saber una de la otra, escribieron recetas "no probadas", son recetas imaginadas, son proyectos.

Se las muestro.

Estas pertenecen a un recetario- epistolario, según su autora, Florencia Minicci



Berenjenas acarameladas azules
Berenjenas sin pelar, cortadas en pedazos para simbolizar lo que nunca está completo, lo que estando desligado posee semillas parecidas que lo conectan. Partes asimétricas de berenjenas desparramadas en una fuente adobada con limón, jengibre y azúcar negro.
Sobre las berenjenas pongo queso azul pisado con un mortero. Tuvo que formarse una pasta blanca manchada. A esta pasta, durante la mezcla, la rocié con semillas de lino (apenas cinco) y ralladura de pan que no quería tirar.
Las berenjenas con el queso azul, sobre la fuente adobada, van al horno media hora y quedan crocantes en la base. Por encima el queso se gratina.
Al servir le pongo una hoja de menta encima a cada berenjena. La menta es tal vez el elemento más cursi de la cocina, y el más hermoso entre las plantas.
La bebida que acompaña es jugo de manzana bien helado.

Cerezas envueltas en sandía
Agarro un cuarto de sandía helada. Con una pequeña cuchara cóncava hago pozos aptos para cerezas.
Pongo las cerezas en los pozos. Las cerezas fueron descarozadas para que las puedas disfrutar libremente.
Riego la sandía con wiski.
Pongo la sandía en el freezer  diez minutos.
Se come directamente agarrando por las puntas la medialuna de sandía y encontrándose sorpresivamente en el camino, cerezas.

El siguiente caso es el de Lupe Sendra:

Receta teórica #1: Sopa Europa*
*Se llama así por la Europa de antes. Habría que pensar cómo sería la
sopa Europa del siglo XXI

Ingredientes:
-Cebollas, medio kilo
-Cebolla de verdeo, un paquetito
-Puerro un paquete, un atado, algo así
-Manteca lo que querramos
-Sal a ojo
-Pimienta a ojo
-Caldo de verdura 3/4 litros aproximadamente (de sabor suave)
-Cerveza negra, un chorro con gracia
-Ajo una cabeza hechos puré una vez horneada la cabeza entera.

Picar las cebollas en tiritas finas con cuchillo afilado para no
llorar. Picar puerro y cebolla de verdeo. En una olla, poner la
cebolla y cocinar con manteca a fuego bajísimo por media hora.
Revolver para que no se peguen. Deben quedar color caramelo. A las
cebollas de caramelo agregar los puerros y cebolla de verdeo ya
rehogados en manteca y el puré de ajo. Subir un poco el fuego y
agregar un chorro voluntarioso de cerveza. Evaporar, explorar. Salar y
pimentar. Agregar el caldo de verduras y cocinar una hora. Servir con
queso rallado encima. Panes, bienvenidos.

Receta teórica #2
Budín de Caramelo

Ingredientes:

Masa base:
2 huevos
10 cucharadas de harina
10 cucharadas de leche
10 cucharadas de aceite
10 cucharadas de azúcar

Caramelo:
10 cucharadas de azúcar (no las mismas de la masa base, otras nuevas)
Manteca un poco, lo que parezca mejor.
Crema un chorro como sin timidez

Batir los huevos a mano hasta que se rompan. Sumar el harina, aceite,
leche y azúcar. En una sartén a fuego muy bajo, hacer un caramelo
poniendo el azúcar de forma bien distribuida sobre la sartén, sobre
manteca derretida. Cuando el caramelo esté rubio (no castaño), mezclar
con un chorro de crema.

Mezclar la masa base con la crema de caramelo y si se quiere rodajitas
de banana acarameladas. Para las bananas acarameladas, seguir el
propio instinto. Hornear a fuego medio o medio bajo hasta que salga el
famoso palito limpio. Cada uno conoce su horno. Acaramelar por encima
o no según sus convicciones.

Un libro para leer comiendo o cocinando

sábado, 11 de mayo de 2013

sobre los lugares recomendados para cada libro

Nuestra lectura hoy en día debe adaptarse a los momentos y lugares de los que disponemos, que no suelen ser muchos. De alguna manera siempre fue así, al menos que seamos mantenidos y servidos como abejas reinas, que no es la mayoría, porque cuando no se está estudiando, que es lectura forzada, tenemos que trabajar o hacer tareas que nos impiden entregarnos a la lectura. Esa es muchas veces la excusa para abandonar este placer. Por eso sugiero aprovechar ciertos momentos y espacios con este criterio:


Bares:

La lectura contracorriente, la concentración que se consigue en medio de la dispersión, del ruido, de muchos estímulos sensoriales. Puede ser interrumpida en cualquier momento, se mezcla con el ambiente. La lectura exclusiva: leer en los bares es sentarse a leer y nada más.

Transportes públicos:

La sensación de recuperar el tiempo muerto del viaje conocido, rutinario, transformándolo en un tiempo disfrutable, interesante.
Estar en otro lugar cuando nada nos interesa del lugar en el que estamos.
acompaña la lectura, actividad quieta, con la sensación de desplazamiento.

Vacaciones

Un tiempo en el que gana la pereza, las ganas de no hacer nada, la obligación del descanso,
el tiempo disponible sin horarios, el encuentro con el aburrimiento también , cuando se necesita algo para amortiguar el corte abrupto de una actividad y de la rutina, enfrentar el vacío.

Esperando en la cola

Trámites, pagos, cobros, bancos, sentados o parados, minutos preciosos y... ¡no se puede usar el celular!
lectura que nos lleva a otro lugar, puede ser una larga espera y un largo tramo de lectura. CConcentración total, no pasa demasiado alrededor,


Cama

Poblarse con la imágenes que nos acompañarán al mundo de los sueños,
desacelerador
interrumpible
no demasiado complejo para no dormirse tan pronto
no demasiado atrapante que nos desvele

Comiendo

Lo incorrecto, no se debe hacer, nos lo dicen de chicos
lecturas que no se pueden interrumpir y por eso no paramos de leer ni para comer
lo que necesita ser acompañado por  la ingesta de alimentos, una manzana, un alfajor o  directamente el almuerzo
lo que nos acompaña si comemos solos

Baño

Lecturas interrumpibles. Pueden ser retomadas facilmente en otra ocasión.
Relajante, sin compromisos, libre, ocasional
Puede ser algo útil: datos, información
o para probar algo nuevo o a lo que no le teníamos confianza previa (testeo)
Privado, lo  que no queremos que nos vean leyendo




Sobre Kozmic Tango de Beatriz Vignoli


Martín Pérez me invitó a tocar en un ciclo en el CCBA que era de escritores y músicos, con quién podría ser me preguntó, y pensé en Beatriz Vignoli, porque me había tocado compartir una mesa en el Festival de poesía de Rosario y me parecieron increíbles los poemas que leyó en esa ocasión, en especial había uno sobre Omar Chabán que extendía la colección de Soliloquios que tiene editados, donde toma la voz en primera de distintos personajes de la vida y de la ficción, de aquí y de todas partes. Yo tenía que leer después de ella. Llegué tarde y empapada  por la lluvia y proque me había equivocado y me había ido a otra sede y tenía que ir ahí, al España, al lado del Paraná. Ella me hizo un chiste porque vió mi cara después de escuchar su "alta poesía", me encanta llamar así a este tipo de escritura, se horrorice quien deba, no hay caso, no encuentro mejor definición que sólo se aplica a poetas desamordazados, puros como niños puros, que le dan rienda suelta a la voz sin vergüenza, sin medir consecuencias ni pesar vocablos. Intensidad se le suele decir. Bueno, decía que vio mi cara de pánico por tener que leer después mis poemas, petisitos al lado de los suyos. Ella susurró algo así como: "te tocó de telonero Beck". Debería haber dicho otro músico para que yo me asuste más, pero ella tiene otra organización del imaginario musical, me dí cuenta que tenía uno poderoso, y me asusté igual. La crónica Kozmic Tango, hace referencia en su título al Kozmic blues de Janis Joplin. 

Se muda la protagonista, que es Beatriz misma, al barrio sur de Rosario, cerca de la cancha de Central de Córdoba y describe sus días en uno de los edificios de los 16 que conforman un barrio de ladrillos a la vista dentro del barrio, con el pasaje Holmberg, la plaza José Hernández donde hay una réplica del busto que hizo su abuelo el escultor Herminio Blotta para el rosedal del Parque Independencia. Su primo Déivid y su amigo Lisandro Murray son los compañeros de mirada, y con ellos comparte la observación de los distintos personajes que en ciclos más o menos estables aparecen y desaparecen de la escena del barrio que Beatriz termina transformando en un cosmos aparte y que aunque no conozcamos el verdadero barrio, hay uno que se habilita en nosotros para siempre con pájaros que cantan como los beatles y después son cigarras, churreros y hueveros kantianos, el dueño de los tangos que terminó sus días por allí y que le dejó el último acorde al título del libro.
Lucas Cosignani hizo una película en video de veinte minutos "Mil voces para una historia"que se estrenó el 23 de abril de 2013 en Rosario

Cuentan en este artículo  :
A la hora de realizar el documental, los productores se encontraron con un detalle particular producto de la calidad de la narración del escrito:  “Íbamos y nos sentíamos como si hubiésemos estado un montón de veces. Nos pasó que como habíamos leído el libro era como que ya conocíamos el barrio”.
La autora nos cuenta  cuándo lo vuelven a dar y dónde  fzbk Beatriz Vignoli

NUEVOS...
OTROS LIBROS DE VIGNOLI, LOS MAS RECIENTES:

(no amplio porque es mucho material, no puede resumirse, excede el tema de este comentario, les paso los títulos y al que le interesa que investigue que vale la pena!)


  • "Es imposible pero podría mentirte""
  • "Tritigre"
  • "Kelpers"


Acá, algunos fragmentos del libro en cuestión, editados 


Plaza José Hernández
La plaza es un mundo. La plaza es mujer. Es el vacío central de nuestro vecindario, es más que su pulmón: Es nuestro corazón, que late sin cesar de encarnar la utopía realizada contra toda evidencia de decadencia del presente.Ahora que un miedo irracional nos retira del espacio público y nos encierra cada vez más en nuestras casas, la plaza, a pesar de toda nuestra agorafobia (de nuestro literal terror al ágora), se yergue luminosa con su fresco traje verde y las joyas sonoras de sus pájaros. Canto la plaza pese a mi cobardía, la veo en mi ventana y me saluda, a toda hora, con el siseo de seda de su fronda y sus aves. Plena en su límpido cielo de verano, está ahí y, a diferencia de todo lo demás, ella sí es quien sería: el paraíso recobrado, la tierra prometida, la dicha en este mundo.Antes, cuando nos mudamos, atraía a más enamorados, que se besaban en los bancos de madera sin pensar que alguien podía verlos; o más probablemente lo sabían y no les importaba. Todavía, a veces, se ven grupos de chicos jugando al fútbol. Los bancos de esa plaza fueron mi sofá para leer algún libro, en una de esas tardes ociosas de comienzos de siglo que ya casi no existen. El sol en esos bancos es la tibia caricia que se desperdicia cuando están vacíos: toda esa luz era para nosotros. Los mejores momentos de la plaza son al comenzar la mañana y al caer la tarde. Entonces el sol derrocha sobre todas las cosas sus pinceladas de oro radiante e inasible, sesgada luz que se sueña fantasma del oro antiguo. La edad de oro y la utopía de la plaza son un mismo instante ritual en la mañana, cuando la luz cierra el círculo entre el presente y el origen. Es un instante y después, enseguida, viene el día: profano y secular, sin secretos ni misterio.Al final de la tarde, la luz brilla en la cruz metálica de Nuestra Señora de las Nieves, la iglesia en eterna construcción al final del Pasaje Holmberg y chispea un poco "igual que a la mañana" en sus vidriecitos de colores que parecen los de una casa de cuento.A veces, en verano, el ocaso es lento y amarillo. Y cuando al fin cae, despeñándose casi anaranjada desde lo alto del más alto de los cipreses, la luz marca el comienzo de la nochecita que vira desde el lila al negro oscuro, pasando por un índigo profundo. Primero, en el lila, se encienden las farolas redondas frente a los edificios, lunas llenas dobles o triples que cuelgan a ambos lados y se yerguen arriba de sus pies de hormigón, finos y esbeltos como los de una copa alta de cristal.Después viene ese azul prístino como el de un vitral cuya estructura de nervios de plomo, en invierno, fuese el ramaje pelado y oscurecido de los fresnos. En el verano, la penumbra nueva es la señal que parece detonar el encendido de fasitos que, como mínimas antorchas, inundan el aire de un olor dulzón inconfundible: el de la marihuana, no programado por los urbanistas.La utopía realizada apesta a faso. Para los hippies viejos, es un perfume nostálgico, nostálgico de nuestra nostalgia por lo que sucedió antes de que naciéramos; para los jóvenes que lo usan de chill out acaso sea un aroma por el cual el presente se aplasta en sí mismo. Ya no brinda ese vértigo sublime, el del ahora mirándose en el futuro del pasado y comparándose con cómo sus proyectistas lo soñaron: ese acorde paterno es el alma de la plaza, que a través de todo cambio permanece en la arquitectura de sus antiguas formas, construidas para durar.El hueveroEn el sur el tiempo se repite, idéntico, en vez de crear momentos nuevos; nada de lo que sucede parece tener una ubicación precisa en el presente. Retornan día a día las ordenadas rutinas del vecindario: el lóbrego quejido de los goznes sin aceitar del portón de la cochera de al lado a las siete de la mañana; el pregón del huevero los martes y en verano el piar de la cigarra, a la que creíamos un pájaro: gu, gu, gu... ¡chuuub! El pájaro beatle, lo había apodado Déivid. A las 13:30 viene la ramplona versión grabada de los primeros tres o cuatro puñados de notas de "Para Elisa" de Beethoven por el parlante de la bicicleta del heladero (son las 13:30 y suena, exactamente cuando escribo esto). Y a media tarde, como una diana vespertina indicando el fin de la siesta, la cornetita del churrero ambulante. De tanto en tanto se suma la flautita aguda del afilador, que hace llorar a los perros al herir la sensibilidad de sus tímpanos. En el sur, los pregones de los vendedores ambulantes se mezclan con los cantos de los pájaros y el pregón suena como un clamor animal, un grito natal del mundo mismo."El huevero es como un Kant frente a un espejo deformante", interviene Lisandro. "Un ente, que tiene un reloj interno y pasa siempre a la misma hora. Aunque la Presidenta haya decretado que las once ahora son las doce, para él siempre son las diez". ¿No eran las once? "No, las diez. Él tiene otra hora. Su paso es una deformación del espacio tiempo". ¡Un infundíbulo cronosinclástico, como dice Vonnegut en Las sirenas de Titán! "Claro. Por eso le oímos gritar "¡Huó!" y no "¡Huevos!". Cuando le compramos, le estamos comprando al que pasó ayer". ¿Y es siempre el mismo, o es cada vez uno distinto? "Ah, eso nadie lo sabe", responde solemnemente Lisandro. "Para los hombres de nuestra generación, es un interrogante que quedará sin respuesta".2 de octubre de 2005Pucha que no era tan fácil escribir sobre pájaros. Separan los indicios, estos bichos astutos. No es como en los dibujos animados de Disney, donde ves el pájaro cantando, no. En su vida semi silvestre, el pájaro canta escondido en la espesura. Si se deja ver, es que está muy alerta; y tal caso está mudo. Los pájaros no son estrellas de rock. Los pájaros, como los analistas freudianos ortodoxos, se vuelven invisibles para decir lo suyo. O el pájaro audible, o el pájaro visible: una de dos, y a que a la taxonomía te la arme Holmberg. Acá en la plaza hay unos que necesito saber cómo se llaman porque, si mis sentidos no me engañan, emiten un canto remotamente parecido al estribillo de "Yo soy la morsa" y quiero ponerlos en la nueva novela como remate del pregón del huevero. Sería una cita casi textual de los Beatles, armada cual ready made o collage con elementos provistos por el azar objetivo. Cosa providencial, si las hay: mudarse uno al pasaje Holmberg, llamado así en honor a un injustamente olvidado escritor y naturalista argentino, y que la vida te cante un tema pop clásico...Necesitaría una siesta."Dormir, tal vez soñar...".Zoo ilógicoUn auto permitiría hacer las compras en supermercados distantes y más económicos. A los de a pie nos basta con los dos "súper" y las cinco verdulerías de la zona; con las innumerables carnicerías del vecindario, una de las cuales "la de San Martín y Amsterdam, que tiene la mejor" exhibe un antiguo gráfico estatal de los cortes tradicionales. O con el almacén de Walter sobre calle Laprida (entre otros; ¡pero Walter escucha rock pesado!), o con esperar al huevero que llega cada martes por algún agujero de gusano desde algún universo paralelo. O con aquel otro viajero del tiempo, que ya no viene más: "el verdulero lindo", como lo había apodado Déivid. Llegaba cada mañana en su camionetita y las vecinas se arracimaban alrededor. A mí no me parecía lindo pero para Déivid no sólo tenía pinta, sino que ésta lo ayudaba a sonsacar chismes. Nos ponía un poco paranoicos el verdulero aquel, pero era más cómodo que tener que lidiar cuerpo a cuerpo con desconocidos más aptos que uno en los scrums de la lucha darwiniana por la balanza de la verdulería del supermercado La Sandro, que así se llama el supermercado de Uriburu y San Martín; al de San Martín al 5000 todos le decimos "el Lorena". La inversión de géneros no nos es extraña. Tampoco el involuntario humor de los nombres de las panaderías. Las dos tradicionales (la de Conce, en la esquina de Esteban de Luca y Buenos Aires, frente a la iglesia de la parroquia Nuestra Señora de las Nieves, y otra detrás de la ex parrilla "La Amistad") se llaman, respectivamente, De las Nieves y La Flama. Los dos extremos. "La flama detrás de la amistad", escribí una vez en un borrador que después borré. Junto a La Sandro, frente a la parrilla, está el restaurante "Amorfar", del Club Social y Deportivo "Voluntad". El club conserva su antiguo mobiliario, de una dignidad tal que da vértigo. El restaurante tiene, en la tradición nostálgica de la zona, retratos desde el Negro Olmedo hasta el Che Guevara. En la zona hay varios clubes sociales y deportivos. Está el Canals, por San Martín; se puede contar además como club social al centro vecinal Hertz, cerca del Distrito Rosa Ziperovich. Dio glorias del fútbol el Club Central Córdoba, a cuya hinchada hoy le ha ganado terreno la guerra de pintadas entre Central y Newell's. El más cercano a casa es el Club Atlético Olegario Víctor Andrade (C. A. O. V. A.), en la esquina de San Martín y la calle del mismo nombre. Su cafetería es un café de barrio cuya alma de tango resiste entre la música de radio y la remodelación. Los únicos habitués del cafetín eran hombres hasta que empezamos a sentarnos a leer, por separado, dos vecinas: la filóloga Silvia Rivero, que estudia a Saussure, y yo. El C. A. O. V. A. es el tradicional rival del Club Tiro Suizo, de cuyo polígono creí que venían los tiros que luego supe eran de rifles de aire comprimido de chicos que les tiraban a los pájaros de la plaza. Los tiros y los cohetes son parte del paisaje. Este es un barrio donde el agua corriente llega a los departamentos gracias a las cisternas que el consorcio de cada edificio mandó construir por cuenta propia para hacer subir el agua de red. Se llama Barrio Las Heras, pero le dicen el barrio militar, aunque lo único que queda hoy del Regimiento 11 "luego, Batallón de Comunicaciones 121" se mudó a la provincia de Corrientes. Antes, cuando llegamos, oíamos todavía las prácticas militares.Es un barrio olvidado de la mano de Telecom, donde sin una empresa multinacional petrolera no tendríamos Internet pública. Donde muy de vez en cuando hieren o matan a alguien para robarle, y la consternación se apodera de todos. Pero donde pese a eso se siguen entablando lazos de confianza: los martes, cerca del mediodía, se puede ver bajar desde algún balcón, colgada de una soga como un balde guiado por poleas, la cesta donde el huevero deja su mercancía y el vuelto.Entre la parrilla y la panadería La Flama existe una callecita o pasillo, una anómala cortada peatonal, enrejada. A veces cierran las rejas, pero otras se puede ir desde la panadería La Flama hasta el bar de San Martín y cortada Bonpland. Amplio, umbrío y con un gato negro, de noche el bar es un karaoke. Me cuenta Lisandro que el pasillo se llama Pasaje Cambiaso.Parte de la detención temporal del barrio sigue siendo lo abundante de las porciones de sus restaurantes, de esmerada atención, que ignoran la mezquina moda "chef" del centro. Y la generosidad de algunos comerciantes como Liliana, de la verdulería frente a la plaza, quien me separaba hojas de remolacha para los cuises de Déivid y me llenaba enormes bolsas mientras decía: "Tienen para entretenerse, los muchachos".Cuando voy a la verdulería de Liliana alcanzo a ver, por entre las hendijas de las persianas bajas, la luz catódica del televisor en el living del historietista Mosquil (Gustavo Rojas). A la vuelta de casa, en uno de los chalets con jardincito delantero y garage de la Avenida San Martín, vive la novelista Angélica Gorodischer. Pocas cuadras al norte, por Mister Ross y también con jardín, reside la poeta Concepción Bertone. Si se sigue el pasaje Holmberg a contramano y a pie, se descubre que al oeste de la avenida el pasaje cambia de mano y de nombre y se convierte en José María Gutiérrez. En una esquina de la calle Gutiérrez está la casa paterna de Nancy Rojas, investigadora del Museo Castagnino y artista. También del otro lado de la avenida, por Olegario, hay un club que no había visto al principio: el Club Social El Ceibo.A la panadería de Conce se llega desde casa por un caminito que separa entre sí el lado este del cuarto y último edificio, contando desde el mío, del fondo del primero de la vuelta, en la esquina de Holmberg y Buenos Aires. El caminito cruza toda la manzana y desemboca en Esteban de Luca. Está cubierto de césped y marcado por huellas de las llantas de los autos que de a poco van aplastando y hundiendo en la tierra las brillantes esquirlas de vidrio que quedaron del granizo de noviembre de 2006. Conozco bien este camino de tanto ir por acá a "la Shell": así le decimos a la estación de servicio Shell de Olegario y Buenos Aires, que nos saca de apuro cuando alguna tormenta rompe los cables del teléfono y hay que esperar tres días como mínimo a que vengan a arreglarlos. Y parece cuento, o parece una película, pero cuando voy a comprar tarjeta para mi celular, el empleado del servicentro que está contando las monedas de la recaudación del día tiene puesta una remera que dice: "Estamos tan cerca como su teléfono".El sur es el futuro del pasado, sólo que el presente decidió asentarse en otra parte. Lo que queda acá es el siglo veinte mismo. Siguen acá los que llegaron antes que nosotros, cuando los chalets y los edificios eran nuevos y recién estaban asignándose a empleados públicos y a cuadros de las fuerzas armadas. Se acostumbraron y nos acostumbraron a nombrar las calles por su nombre de pila y no por su apellido: Esteban de Luca es Esteban, Andrade es Olegario. La Shell de Olegario y Buenos Aires tiene máquinas conectadas a Internet, dos de ellas con puerto USB para enchufar un pendrive. Cada puerto tiene un cable, y ese cable es el fino cordón umbilical que nos une al presente cambiante. Lo demás, no: lo demás es la radio, sintonizada en una FM "clásica" que pasa todas esas canciones de los años "70 y "80 que uno se alegraba de haber podido olvidar. En el invierno de 2007, Alejandro, el actual playero de la estación, atendía el mostrador del servicentro y deslumbraba con su erudición musical: oía un ringtone de música clásica y era capaz de adivinar el autor, la obra y hasta el movimiento. También sabe de jazz. Y de muchos otros temas. Tiene lo que se llama "cultura general", que todavía vale algo para los hombres y mujeres sensibles de nuestro barrio: le reconocemos de común acuerdo su valor de uso, si no el de cambio. La cultura alivia la vida, nos decimos. Es que nosotros, los sensibles de zona sur, tenemos una vida que necesita ser aliviada. O eso creemos. Nos comparamos siempre con los del centro, nunca con los que están aún peor.El sur cambia de a poco. Una inercia propia del lugar hace que las cosas se modifiquen recién cuando nos hemos encariñado con ellas. Es así que nos duele cada negocio que se funde y cierra. Los que no, están ahí como si hubieran estado siempre; los que desaparecen, si no han durado lo suficiente para recordarlos, es como si no hubieran existido.* Fragmentos editados de Kozmik tango (crónica, Editorial Municipal de Rosario, 2009)
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